Cada vez crece más la polémica sobre la moratoria que Madrid y Barcelona quieren pedir a la U.E. debido a que, sus altos índices de contaminación, superan con creces los límites establecidos por la Unión. ¡Y eso que los datos se están falseando!: cambiando las estaciones de medición a zonas menos conflictivas o eliminándolas.
Ayer, el Ministerio de Medio Ambiente parece que endureció las medidas anticontaminación, pero todavía no he conseguido encontrar en qué sentido, porque lo único que propone es aumentar las mediciones de gases, incluyendo el amoniaco. Pero, ¿y medidas para reducirla u, ojalá, eliminarla de nuestras ciudades? No las he visto.
Eliminar la contaminación de nuestras ciudades es algo tan sencillo, pero tan complejo, como sacar a los coches de éstas. ¿Utopía?, puede que sí, pero se ha logrado o se está en ello en varios países de Europa.
Parece que en este blog sólo hable de los Países Bajos, pero es el lugar que mejor conozco y sobre el que más me he documentado, gracias a su gran Cultura de la Bicicleta.
Poniéndolos como ejemplo, la mejor forma de sacar a los coches de las ciudades es ponerles trabas a su acceso. No los prohíbas, que bastantes prohibiciones tenemos ya, pero haz que no resulte atractivo su uso y pon todas las alternativas necesarias.
Peatonalizar el centro de las ciudades y devolvérselo a las personas. Crear una enorme, útil y rápida red de carriles bici, reduciendo el espacio del coche, no del peatón. Eliminar los aparcamientos gratuitos del centro (sí, esos 10 metros cuadrados por vehículo, que ocupan nuestro espacio) y poner aparcamientos disuasorios, conectados con transporte público asequible, en las afueras. Crear una amplia red de transporte público no contaminante que cubra con creces la demanda. Fomentar el comercio y las actividades de barrio para que todo esté cerca, etc.
En Alemania, Dinamarca, Países Bajos, Suecia, Noruega, e incluso Francia y Gran Bretaña se están tomando medidas de este tipo, poco a poco, porque nos ha pillado la puñetera crisis. Pero en este país, cuando se toman medidas drásticas, aunque supongan un beneficio colectivo patente, nos echamos las manos a la cabeza y pensamos que se va a hundir el mundo: van a tener que cerrar todos los negocios y bares porque no se puede ir en coche. Pues resulta que en los países en los que se implantó este sistema, los comercios locales prosperaron (ya no hay que buscar aparcamiento durante media hora) y los establecimientos hosteleros abrieron nuevas terrazas en las zonas de esparcimiento, fomentándose las relaciones humanas, perdidas hace tiempo, y recuperando el espacio robado y el aire limpio.
Sólo hay que abrir los ojos a todo lo que se había perdido y lo que hay que ganar...
Ayer, el Ministerio de Medio Ambiente parece que endureció las medidas anticontaminación, pero todavía no he conseguido encontrar en qué sentido, porque lo único que propone es aumentar las mediciones de gases, incluyendo el amoniaco. Pero, ¿y medidas para reducirla u, ojalá, eliminarla de nuestras ciudades? No las he visto.
Eliminar la contaminación de nuestras ciudades es algo tan sencillo, pero tan complejo, como sacar a los coches de éstas. ¿Utopía?, puede que sí, pero se ha logrado o se está en ello en varios países de Europa.
Parece que en este blog sólo hable de los Países Bajos, pero es el lugar que mejor conozco y sobre el que más me he documentado, gracias a su gran Cultura de la Bicicleta.
Poniéndolos como ejemplo, la mejor forma de sacar a los coches de las ciudades es ponerles trabas a su acceso. No los prohíbas, que bastantes prohibiciones tenemos ya, pero haz que no resulte atractivo su uso y pon todas las alternativas necesarias.
Peatonalizar el centro de las ciudades y devolvérselo a las personas. Crear una enorme, útil y rápida red de carriles bici, reduciendo el espacio del coche, no del peatón. Eliminar los aparcamientos gratuitos del centro (sí, esos 10 metros cuadrados por vehículo, que ocupan nuestro espacio) y poner aparcamientos disuasorios, conectados con transporte público asequible, en las afueras. Crear una amplia red de transporte público no contaminante que cubra con creces la demanda. Fomentar el comercio y las actividades de barrio para que todo esté cerca, etc.
En Alemania, Dinamarca, Países Bajos, Suecia, Noruega, e incluso Francia y Gran Bretaña se están tomando medidas de este tipo, poco a poco, porque nos ha pillado la puñetera crisis. Pero en este país, cuando se toman medidas drásticas, aunque supongan un beneficio colectivo patente, nos echamos las manos a la cabeza y pensamos que se va a hundir el mundo: van a tener que cerrar todos los negocios y bares porque no se puede ir en coche. Pues resulta que en los países en los que se implantó este sistema, los comercios locales prosperaron (ya no hay que buscar aparcamiento durante media hora) y los establecimientos hosteleros abrieron nuevas terrazas en las zonas de esparcimiento, fomentándose las relaciones humanas, perdidas hace tiempo, y recuperando el espacio robado y el aire limpio.
Sólo hay que abrir los ojos a todo lo que se había perdido y lo que hay que ganar...
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