Ojos que no ven... Así, salvo en honrosas excepciones, es como se trata a la bicicleta en la mayoría de las localidades de España. Ignoring the bull, ignorando al toro, en traducción literal, es como lo denominan los anglosajones.
En plena efervescencia de la red por el caso del padre que transporta a sus dos hijas al colegio en Pozuelo de Alarcón, Madrid, el vacío legal que nos rodea y la falta un plan general para la bicicleta, hacen que suceden casos como éstos. Se hace la vista gorda en la mayoría de los casos hasta que a alguien le entra la manía persecutoria.
El pasado viernes por la tarde, me di una vuelta en bicicleta por mi localidad, para sacar unas fotos para el blog. A parte de ser adelantado por varios vehículos a menos de metro y medio, como especifica la ley (de esta no se hace caso), uno de ellos fue una moto de la policía local, que, unos metros más adelante, se desvió para situarse encima de una acera, sin tan siquiera señalizar la maniobra con los intermitentes. Segundos más tarde, un muchacho en bicicleta aparece frente al policía saliendo de una zona peatonal, cruza por el paso de peatones elevado, toma el mismo tramo de acera en el que estaba aparcada la moto y salta el bordillo hasta la calzada. El policía ni se inmuta.
Aquí, en Miguelturra, practicamente nadie lleva luces en la bici. Las direcciones prohibidas en bicicleta son muy utilizadas, parándose incluso a hablar con el amigo de la policía local y luego continuar la marcha a contrasentido. ¡Y no pasa nada! Somos una localidad pequeña en la que no hay problemas ni conflictos entre ciclistas, peatones y coches. ¡Y ésto es maravilloso y así debería ser en todos sitios!
Pero el problema viene cuando se produce cualquier cambio, o bien en el gobierno municipal, o en el jefe de policía o en vete a saber qué. La ausencia de legislación específica, es lo que tiene.
Otras ciudades persiguen al ciclista como a un delincuente, sin ofrecerle ni facilidades, ni infraestructura, ni protección, lo miran con lupa hasta que comete la más mínima infracción, ignorando lo realmente peligroso para todos. Incluso hay sitios más sangrantes en los que se hace un lavado de cara como si interesase desarrollar una Cultura de la Bicicleta y luego se ponen todo tipo de trabas a la circulación, como en Valencia.
En definitiva, hoy por hoy parece que la única forma de mover este tema es empezando de abajo a arriba. Que nuestros municipios legislen, nos consideren, nos prioricen y nos protejan, pero una homologación legislativa a nivel estatal sería más que deseable.
En plena efervescencia de la red por el caso del padre que transporta a sus dos hijas al colegio en Pozuelo de Alarcón, Madrid, el vacío legal que nos rodea y la falta un plan general para la bicicleta, hacen que suceden casos como éstos. Se hace la vista gorda en la mayoría de los casos hasta que a alguien le entra la manía persecutoria.
El pasado viernes por la tarde, me di una vuelta en bicicleta por mi localidad, para sacar unas fotos para el blog. A parte de ser adelantado por varios vehículos a menos de metro y medio, como especifica la ley (de esta no se hace caso), uno de ellos fue una moto de la policía local, que, unos metros más adelante, se desvió para situarse encima de una acera, sin tan siquiera señalizar la maniobra con los intermitentes. Segundos más tarde, un muchacho en bicicleta aparece frente al policía saliendo de una zona peatonal, cruza por el paso de peatones elevado, toma el mismo tramo de acera en el que estaba aparcada la moto y salta el bordillo hasta la calzada. El policía ni se inmuta.
Aquí, en Miguelturra, practicamente nadie lleva luces en la bici. Las direcciones prohibidas en bicicleta son muy utilizadas, parándose incluso a hablar con el amigo de la policía local y luego continuar la marcha a contrasentido. ¡Y no pasa nada! Somos una localidad pequeña en la que no hay problemas ni conflictos entre ciclistas, peatones y coches. ¡Y ésto es maravilloso y así debería ser en todos sitios!
Pero el problema viene cuando se produce cualquier cambio, o bien en el gobierno municipal, o en el jefe de policía o en vete a saber qué. La ausencia de legislación específica, es lo que tiene.
Otras ciudades persiguen al ciclista como a un delincuente, sin ofrecerle ni facilidades, ni infraestructura, ni protección, lo miran con lupa hasta que comete la más mínima infracción, ignorando lo realmente peligroso para todos. Incluso hay sitios más sangrantes en los que se hace un lavado de cara como si interesase desarrollar una Cultura de la Bicicleta y luego se ponen todo tipo de trabas a la circulación, como en Valencia.
En definitiva, hoy por hoy parece que la única forma de mover este tema es empezando de abajo a arriba. Que nuestros municipios legislen, nos consideren, nos prioricen y nos protejan, pero una homologación legislativa a nivel estatal sería más que deseable.
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