Aparcamientos para bicicletas.

¿A cuántos os ha pasado que os pensáis si ir en bicicleta o no a un sitio porque no sabéis si habrá dónde aparcarla? A mí, muchas veces.

Y es que, cuando se habla de infraestructura ciclista, se obvia a menudo esta importante parcela de promoción de la bicicleta.

Sin embargo, en la planificación de cualquier nueva zona urbanizada, nunca se olvida la "necesaria" (léase con toda la ironía y sorna posibles) ocupación de una gran parte de la vía pública con aparcamientos para vehículos a motor. Esta incongruencia viene asociada con la obligatoriedad de la construcción de cocheras en las edificaciones, con el supuesto objetivo de evitar los vehículos aparcados en la vía pública. Cocheras que, en el caso de las áreas residenciales, se destinan a fines tan dispares con su concepción como son ampliaciones de viviendas o cocinas camperas, mientras los coches siguen ocupando sus 10 m2 de media en la vía pública.

Porque sí, una bicicleta se puede aparcar en cualquier sitio, es una de sus ventajas, pero poder candarla como es debido, para evitar el robo, es otra historia.

Esta ausencia, unida a la prohibición que muchos municipios imponen sobre el amarre de bicicletas en mobiliario público, consigue el efecto de echar para atrás algunos de los desplazamientos en bici. Porque tampoco es estrictamente necesario un utillaje caro y específico. Muchas veces basta con poner una valla corrida, o la siempre socorrida barandilla de un puente o esos simples pero efectivos acoples para las farolas:

 

Simplemente se trata de dar facilidades, eso sí, con un poco de raciocinio, porque a veces lo más caro no es lo mejor como algunos creen, porque la principal característica que debe cumplir un aparcabicis es tener dos elementos verticales paralelos, para poder candar el cuadro y ambas ruedas. Los aparcamientos que sólo se basan en un apoyo para introducir una rueda no sólo no permiten asegurar gran parte de la bici, sino que incluso pueden dañarnos los radios si su estado no es óptimo.

En definitiva, una infraestructura nada cara, que no tiene que ocupar mucho espacio y que, en muchos casos, promociona el uso de la bicicleta más incluso que las vías dedicadas.