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jueves, 3 de octubre de 2013

Rehabilitación/restauración de bicicletas. Una costumbre en boga.

Según las estadísticas, en España se venden ya más bicicletas que coches (aunque en nuestras calles no se note demasiado). Pero hay un fenómeno que está en auge y del cual no hablan estas estadísticas. Debido o no a la crisis, las viejas bicicletas están saliendo se sus oscuros rincones para volver a la circulación.
Y es que una vieja bici sigue siendo totalmente válida, no importa su edad o forma, cumple perfectamente con su misión, ayudarnos en nuestros desplazamientos y hacernos un poco más felices, mediante el alejamiento del estrés y los malos humos.
Muchos dicen "que está de moda", y aunque yo no crea en esas cosas, la verdad es que han pasado de ser chatarra a cotizarse como los verdaderos tesoros que son. De esto, tenemos mucha culpa los que llevamos tiempo intentando sacarlas de su retiro.
Y sacarlas de su retiro no tiene por qué ser una tarea difícil. La mayoría de las veces basta con un poco de lubricante antióxido, unos ajustes mínimos de frenos y transmisión y a rodar. No importa si son de los 40, 50, 70, 80 o de hace 2 años.


Otras, necesitan algo más de trabajo, aunque, tal cual están, pueden seguir rodando sin problemas.


Muchas de ellas llevan a sus espaldas miles y miles de kilómetros y siguen siendo tan versátiles y útiles como el primer día. Su aspecto exterior no será tan bonito como antes, pero su esencia no se pierde y, al contrario que los coches, no contaminan más con el tiempo.

Rehabilitar una bici es fácil, restaurarla algo más complicado, pero muy grato. No importa que quede o no perfecta, la satisfacción que da haberla recogido en un estado casi lamentable y haberla devuelto a la vida no se puede describir hasta que no se prueba. Habrá muchos días de cabreo, muchas frustraciones, pero el resultado final merece realmente la pena.



Desde este blog, a lo largo de varias publicaciones, pretendo hacer un poco más fácil, desde mi humilde experiencia, la recuperación de estas máquinas atemporales y, sobre todo, hacer perder el miedo a "meterse en berenjenales". La obra final, no tiene por qué ser perfecta (a veces es peor), ni seguir fielmente el original. La creatividad y la satisfacción del hacerselo uno mismo es lo que importa y, sobre todo, devuelve a tu bici a su lugar: las calles.


Y si tenéis dudas, apuntaos esta dirección donde más gente con experiencia os podrán echar una mano: Club de Bicicletas Clásicas de Miguelturra.

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