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lunes, 30 de diciembre de 2013

Acostumbrar a circular entre bicicletas.


Tengo dos hijas y una casa de dos plantas y nunca he puesto ningún tipo de protección para evitar "accidentes" cuando eran pequeñas. Ni protege-enchufes, ni cacharros para evitar que abran cajones, ni topes para que no se pillaran con las puertas ni siquiera la tan extendida barandilla en la escalera. Y, por suerte o más por educación, nunca he tenido ningún problema con ellas. Se les enseña lo que no deben hacer y no lo hacen. Porque soy de la opinión y he conocido varios casos en los que, acostumbrados a la barrera protectora en casa, han ido de visita a casa ajena y han acabado rodando por la escalera o con los dedos pillados en una puerta. Y es que, los sobreprotegidos, confían tanto en las trabas puestas a su inconsciencia que no son capaces de reconocer los peligros que les rodean y enfrentarse a ellos. Si nunca has visto una serpiente, te morderá.
Bien, pues últimamente se está extendiendo mucho por ahí, sobre todo entre los ciclistas esporádicos, la maravillosa idea de que cuanto más destaques a plena luz del día mejor para ti, léase, usa chaleco reflectante constantemente.
El cerebro humano es muy eficiente respecto al mundo que nos rodea, pero también muy puñetero, en el sentido de que interpreta las millones de imágenes que recibe, las compara con su propio aprendizaje y nos devuelve algo conocido, aunque no sea real. Si al cerebro se le crea la asociación ciclista-chaleco amarillo, siempre que se encuentre con un ciclista "fuera de norma" no lo reconocerá como tal.
Por lo tanto, en mi opinión y la de millones de personas más en el mundo bicivilizado, lo que hay que hacer es reeducar los cerebros para el desplazamiento con y entre bicicletas y no la falsa barrera de seguridad que nos puede jugar una muy mala pasada fuera del entorno de nuestra burbuja. Acostumbrar a los demás usuarios de la vía a que existes per se y que utilizas los mismos medios que ellos: la ropa de calle. Así al cerebro ajeno le será mucho más fácil reconocer que dos ruedas y unos pedales, aunque no lleven un pocero encima, equivalen a bicicleta.

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