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lunes, 26 de julio de 2010

Diario del viaje a los Países Bajos. Día 2.

24/06/2010

Otro día muy caluroso. Éstos no son los Países Bajos.
¡Hoy es el gran día! ¡Hoy pedaleamos por Amsterdam!
Uno de mis sueños hechos realidad. Sentir el pulso de esta ciudad bajo la bici debe ser alucinante.
Empezamos con un cambio de planes que decidimos ayer por la noche: en lugar de alquilar las bicicletas en MacBike de la Estación Central, las alquilamos en Leidseplein, que nos pilla mucho más cerca del hotel y es mejor para devolverlas al día siguiente.


Leidseplein.

Nos cuesta unas cuantas vueltas encontrar la tienda de MacBike, y luego estaba muy a la vista. Tras los consabidos trámites, a saber: identificación personal (pasaporte o DNI), cumplimentación de datos y firma del contrato y depósito de 50 euros en efectivo o datos de una VISA, nos entregan los dos tandems, uno para dos adultos y el otro para un adulto y un niño. Este viaje me toca a mí hacerlo siempre junto a la "peque".
Pero nada más entregarnos las bicis, Iria se desmaya y se cae redonda al suelo. Es la primera vez que le ha pasado. Quizá el excesivo calor (aunque siendo manchega tiene costumbre), los nervios, el cansancio... No lo sé, pero volvemos a tener cambio de planes.
A Iria le da miedo subirse en la bici por si le vuelve a pasar, pero no quiere que las devolvamos, así que vamos andando con las bicicletas hasta Vondelpark, que está a un tiro de piedra, y, poco a poco, se va sintiendo mejor, con lo que damos un paseo por este bonito parque en la bici y paramos a tomar algo en Het Groot Melkhuis (algo así como la Gran Lechería). Un sitio agradable, dentro del Vondel, con una terracita que da a un pequeño lago.




De Groot Melkhuis. Al fondo los dos tandems en el "parking" del restaurante.

Vondelpark es visita obligada, si vais con tiempo, en A'dam. Tiene un carril bici que lo recorre completamente y es muy agradable pasear por él. Encontraréis lagos, zonas verdes y zonas de juegos para los niños, así como varias cafeterías y el Museo del Cine. En verano, hay actuaciones gratuitas todas las tardes.




Vondelpark.


Museo del Cine.

Desde el parque, y ya con Iria recuperada y pedaleando, nos vamos hasta Muntplein (la Plaza de la Moneda) y el Bloemenmarkt (Mercado flotante de las Flores).
Aquí ya podemos sentir lo que es pedalear por la ciudad. Mi mujer y Nefert, la mayor, discuten mucho en el tandem, pero se lo pasan en grande. Se les nota la falta de soltura en ciudad con la bici, y tenemos que pararnos a esperarlas cada dos por tres.
Circulamos en principio por carriles bici. Luego el carril desaparece y vamos entre los coches y varias obras. El respeto es total y no hay problemas.
Llegamos a Muntplein y aparcamos las bicis en un rincón de la plaza que se encuentra ya atestado. Doble candado, y a volver a ver el Mercado de las Flores.


Munt Toren, en Muntplein.


Fachada en el Mercado de las Flores.


¡Qué sería ir a Holanda y no probarte unos zuecos!

Después de comer en el restaurante La Place del V&D de Kalverstraat, pedaleamos hasta De Waag. Esta fortaleza en medio de la ciudad era la antigua casa de pesaje, donde se revisaban y comprobaban los pesos que traían los comerciantes que pretendían entrar en la ciudad y donde se requisaban los mismos si estaban trucados.
Hoy es un restaurante bastante caro y exclusivo.


De Waag.

De Waag se levanta en Niewmarkt (Plaza Nueva), donde hay un mercadillo diario que varía en los productos que ofrece.
Desde aquí, pedaleamos hasta Oosterdok y visitamos la réplica del velero de la Compañía de las Indias Orientales, el Amsterdam. Es una visita entretenida y podéis acceder hasta el mismo barco en bicicleta, habiendo aparcabicis al lado del museo de la ciencia Nemo.










Una visita entretenida para las niñas.

Desde Oosterdok, y por buenos carriles bici, llegamos hasta el molino De Gooyer, en Funenkade. Este molino movía una antigua fábrica de cerveza y hoy alberga un pub y una pequeña destilería. Os recomiendo tomaros una cerveza en la cafetería que está al lado del molino, Langendijk eetcafé. El dueño es peruano y hay una camarera que habla español, así como una carta también en nuestro idioma. Terraza muy agradable entre el molino y un canal.


De Gooyer.

Desde allí pedaleamos por Sharphatistraat y, cruzando por zonas más modernas de la ciudad, llegamos hasta el hotel.
Dejamos las bicicletas en uno de los aparcabicis de enfrente del mismo, bien atadas porque el robo de los tandems conlleva el pago completo de los mismos, y buscamos un sitio para cenar.
El barrio donde se encuentra el hotel es uno de los más pijos de la ciudad, por lo que es difícil encontrar un sitio asequible y en el que no haya que ir vestido casi de boda. Al final, tras muchas vueltas y algo de desesperación, encontramos el restaurante Pompa, en Willemsparkweg, 6, de comida mediterránea, grandes raciones y ambiente muy agradable. Os lo recomiendo si andáis por la zona de los museos.

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