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miércoles, 21 de julio de 2010

Diario del viaje a los Países Bajos. Día 8.

30/06/2010

El barco parte de Zwartluis en dirección a Elburg, pero tiene que detenerse debido a la espesa niebla que flota sobre Veluwemeer. Llevamos una hora y media de retraso sobre lo previsto.




Niebla levantando sobre Veluwemeer.

Luego, cuando nos volvemos a poner en marcha, empieza a llover, por lo que el guía se plantea si pedalear o ir a visitar algún museo cerrado. Por suerte, cuando llegamos al embarcadero, ha dejado de llover y vuelve a brillar el sol.
El barco atraca a unos pocos kilómetros de Elburg y nos disponemos a pedalear hasta allí por carriles bici paralelos a la carretera pero aislados de ella.


El grupo tras desembarcar.

Elburg es una antigua ciudad que fue pueblo de pescadores perteneciente al Zuiderzee y a la Liga Hanseática. Ha conservado su estructura amurallada, aunque casi toda la muralla haya desaparecido, y el foso que la rodeaba, y ha sabido conservar su parte antigua.




Puerta de entrada a la ciudad, desde el puerto.

Dejamos las bicicletas en el puerto y damos un agradable paseo.


Calle principal y comercial de Elburg.


Plano de la ciudad.




Distintas vistas y calles.


Puesto de fruta.




Casas señoriales y calles perpendiculares a la principal.

Os recomiendo probar un "broodje haring" o bocadillo de arenque crudo, con cebolla picada y pepinillos en vinagre, en el puesto callejero que hay en su calle comercial. Muy típico de la zona.
Una vez concluida la visita, pedalemos de nuevo hacia una playa... o lo que aquí tienen como concepto de playa.
Todo es muy natural. Una playa de lago, en la que el agua no llega más allá del muslo por mucho que te adentres, rodeada de cesped natural, pero llena de cagadas de pato y plumas, que abundaban en la zona, tanto fuera como dentro. Hay que cambiar el chip y hacer de tripas corazón.


Playa natural.

Tras una hora o así, en la que el que quiso se bañó (yo me dediqué a darle de comer a los patitos), volvemos a coger las bicis para dirigirnos hasta Harderwijk, donde pasaremos la noche.
El barco está atracado en doble fila, al lado de una barcaza silo, por lo que dejamos las bicis en tierra, atadas juntas alrededor de un árbol.


Llegada a Harderwijk.


El puerto desde la cubierta.

La cocinera nos sorprende con una cena de pollo tandori indio, muy picante. ¡Ideal para niños!

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