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jueves, 2 de diciembre de 2010

15 segundos.

Aunque muchas veces son 10 o incluso 5, es la media de tiempo que tiene que detenerse o reducir la velocidad un vehículo para, muchas veces, evitar un percance con el resto de usuarios de la vía: detenerse en un paso de peatones, salir apurado en una rotonda o en un cruce, adelantar a un ciclista en prohibido y sin la necesaria distancia de seguridad, etc.
Yo no sé si es problema de toxicidad de los plásticos del salpicadero de los coches o algún "click" mental no documentado, pero cuando nos subimos a un vehículo a motor las prisas y la mala leche se multiplican por dos. Quien no haya disfrutado de una relajante caminata para ir de un sitio a otro o de un desplazamiento en bici sin prisas y disfrutando del entorno, no comprenderá muy bien esto.
Para esas personas, que simplemente piensen en que ellos, tarde o temprano, también son peatones y que, ¿realmente merece la pena poner en juego una vida por 15 puñeteros segundos?

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