Aplaudo la medida de limitar la velocidad en el centro de las ciudades a 30 km./hora. Es una buena forma de proteger al peatón y al ciclista. A ver si de una vez comenzamos a copiar buenas medidas de nuestro entorno (y no sólo lo malo).
En países más respetuosos con sus ciudadanos estos límites funcionan con normalidad desde hace tiempo. Por ejemplo, en Brujas, Bélgica, las pocas calles del centro histórico que no son peatonales funcionan de esta manera y, además, permiten la circulación en doble sentido para bicicletas, en aquellas calles de una sola dirección para vehículos a motor. Es un placer pasear o pedalear por sus calles.
Plano de Brujas con su zona 30 señalizada.
Aquí, no podía ser menos, ya se han levantado voces por parte del Scalextric Party diciendo que va a ser el caos circulatorio, que esta velocidad sólo va a traer más atascos.
Lo primero, veremos si se respeta, que lo dudo. Es una verguenza ver pasar a coches por zonas escolares como si estuviesen en una autovía. Y lo segundo, si consideras que ir en coche, tras esta medida, sólo va a traer más complicaciones, ¡camina o pedalea! Qué no hay que usarlo para todo.
Así haremos ciudades más habitables, con un pequeño cambio de chip.
En Holanda, aunque se piensen otros motivos, todo empezó así en los años 70. El número de atropellos, sobre todo de niños, aumentó de manera considerable hasta que los ciudadanos, hartos, se echaron a la calle y exigieron medidas contra ello. Se recuperó y aumentó la red de carriles bici, se pusieron trabas al acceso de los coches al centro de las ciudades y se desarrolló el transporte público. El resultado, muchos menos atropellos, muchos menos accidentes y ciudades donde se puede vivir mejor.
Estamos hablando de proteger y mejorar vidas humanas. El coche sólo es una máquina con una serie de propósitos y que debe usarse con racionalidad y en su justa medida.
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