La semana pasada saltaba a la red la campaña "One less fixie", en la que un grupo de usuarios de la bici de montaña de Granada arremete contra los "fixeros", al considerar a estas bicicletas peligrosas para circular por ciudad.
Yo también considero que esas, por otro lado, bonitas bicicletas, tampoco son para mí, teniendo en cuenta que me gusta cambiar de marcha, descansar las piernas sin pedalear (sobre todo en esas maravillosas bajadas) y, cosa importante, llevar frenos a mano. Pero tampoco me gusta subir enormes montañas con piedras "como cuchillos", ni embarrarme, ni hacer 100 km. de carretera, ni cabriolas sobre una BMX... Y digo yo, ¿y qué? También se está cuestionando el uso de un tipo de bicicleta en la ciudad por alguien que utiliza bicicletas que no están diseñadas para la misma, y repito, ¿y qué?
Este tipo de planteamientos sectaristas no tienen, ni de cerca, cabida en las sociedades bici-avanzadas. Cada cual utiliza la bicicleta que considera más conveniente, cómoda y, sí, incluso, estética, sin preocuparse de la que usa el vecino. ¿Y sabéis por qué? Pues porque allí, la bicicleta es considerada como un vehículo real. Una forma de ir de A a B, al trabajo, a la compra, de copas, y no necesita de tribus ni de pensamientos adicionales.
¿Las bicicletas de piñón fijo son peligrosas? Pues puede que sí, pero también lo son las de montaña con un mantenimiento deficiente, o las que circulan por Amsterdam totalmente oxidadas... Pero todas ellas consiguen hacer de nuestras ciudades lugares mejores.
Divide y vencerás. Una máxima que durará eternamente y en la que no podemos caer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario