¿Os acordáis de cuando a la directora de la D.G.T., María Seguí, se le llenaba la boca al decir que el coche iba a perder sus privilegios?
¡Qué lejos queda eso! ¡Cuánto ha cambiado el tema!
Ni se van a quitar privilegios al coche ni se va a potenciar la movilidad sostenible, porque, por un lado, el vehículo privado a motor sigue siendo la forma preferida de los españolitos para desplazarnos y, por otro, sigue teniendo un enorme lobby detrás que no tiene punto de comparación con el que puedan sostener los representantes de la bicicleta.
A este paso, a base de globos sonda, filtraciones sobre cuestiones absurdas y marchas atrás sobre progresos que se daban ya por sentados, el nuevo Reglamento General de Circulación va a ser un caramelo envenenado que, en lo sustancial y necesario, no va a variar nada la situación actual, va a seguir cediendo el "privilegio" de la regulación de la movilidad no motorizada a los ayuntamientos y va a seguir relegando la bicicleta a ese estatus de curiosidad urbana.
Pero el problema no reside sólo en el lado oficialista. Como he dicho antes, las encuestas siguen mostrando al coche como el vehículo favorito de los españoles. Sigue considerándose impensable, por ejemplo, poder recoger a los niños del colegio sin el coche, o poder realizar una compra importante sin él, o llegar a una estación de tren y no tener dónde aparcar ni descargar maletas (p. e. en la Estación Central de Amsterdam sólo se permite el transporte colectivo, ni siquiera bicicletas), etc., etc.
La mayoría de las veces, aunque cueste reconocerlo, la supuesta escusa del miedo a circular en bicicleta, esconde realmente nuestro miedo a bajarnos del coche, a perder lo habitual y cotidiano, a tener que lidiar con nuestro propio esfuerzo y no depender de los caballos de la máquina y, sobre todo, a esa falsa sensación de estatus social. Sé que no es lo correcto, ¡pero estoy tan agustito! ¡Aunque me cueste el sueldo del mes!
Lo he dicho decenas de veces y lo seguiré repitiendo. por desgracia, a los ojos de la opinión general, seguimos siendo cuatro locos, quizá, actualmente, nos hemos incrementado hasta cinco, que se quitan de encima sin estorbar demasiado, como moscas. La solución pasa, en mi opinión, por inundar las calles de bicicletas, qué comencemos a ser un verdadero problema. Y que esta marea sea diaria y no sólo reunir 2000 personas en actos tan banales como el día de la bicicleta. ¿Cómo conseguir esto?... ¡Ah, amigo! ¡Esa es la principal cuestión! Y creo que la solución, empieza en los colegios.
Carnet para ciclistas, en principio no, aunque a algunos habría que capacitarlos antes de subirse a una bici. Educación vial basada en el respeto y en el sentido común, también lo he dicho siempre, desde la escuela, y que el primer vehículo con el que se circule, pero de verdad, sea una bici.
Actualización a las 15 horas.
Después de conocer el borrador que la DGT ha entregado al Consejo de Ministros, lo del caramelo envenenado se ha quedado corto. No es que no cambie la situación, ¡es que empeora de una manera jamás imaginada! ¡Se cepilla a bici de un plumazo!
Actualización a las 15 horas.
Después de conocer el borrador que la DGT ha entregado al Consejo de Ministros, lo del caramelo envenenado se ha quedado corto. No es que no cambie la situación, ¡es que empeora de una manera jamás imaginada! ¡Se cepilla a bici de un plumazo!
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