Señora Seguí:
A pesar de que ya estamos cansados de escuchar, escribir, reaccionar, condenar y temer la llegada del "coco" en forma de casco obligatorio en nuestras urbes, hoy me gustaría hacerla reflexionar sobre ese aparente paternalismo y esa supuesta preocupación por mi seguridad y mi vida que se destilan de esa medida.
Y, no, no puedo creerme que sea por mi seguridad por lo que se intenta imponer un elemento que ha demostrado su carencia de la misma en los escenarios urbanos de (casi) todo el mundo.
Si usted se preocupara de verdad por mi seguridad, comenzaría por eliminar de la ley el artículo más peligroso de la misma, que es el obligarme a circular por la derecha del carril, exponiéndome a ser aplastado contra un coche aparcado, o a ser golpeado por alguien que abre la puerta de un vehículo, o a sufrir una caída al ser arrinconado contra un bordillo. Porque esta medida solo da alas a ser adelantado sin cumplir las mínimas normas de seguridad y a la prepotencia del más fuerte.
Si fuera por mi seguridad, disminuiría la velocidad en nuestras ciudades, no sólo por mí, sino por los millones (sí, millones) de peatones que se merecen una segunda oportunidad en caso de un accidente, entre los que se encuentran los niños y el futuro de este país.
Si fuese por mi seguridad, a colación de los peatones, no me haría subirme a las aceras, exponiéndome a cruzar por los pasos de peatones, muchas veces sin visibilidad, poniendo en peligro mi vida y las de los viandantes.
Si por ese motivo fuese, haría campañas de sensibilización y respeto vial, educando en la convivencia y alentando la idea de que las calles son de todos, de que tenemos el mismo derecho a circular que cualquier vehículo y que, no por lento, debemos ser un estorbo a arrinconar.
Sea un poco más observadora y fíjese en la responsabilidad del colectivo ciclista y de cómo usa el casco cuando lo cree conveniente. Fíjese en la gran cantidad de ellos que lo utiliza y que confía en él para su seguridad subjetiva. Promueva, si quiere, campañas para su uso, pero explique los porqués de su recomendación y no hable de cifras totales, porque las mismas se vuelven contra los propios objetivos, al fijar a el coche e incluso el caminar como las principales causas de traumatismos craneoencefálicos.
No nos aísle del resto de países de utilización masiva de la bicicleta, no sólo por el casco sino por todo lo expresado en esta carta. Si realmente pretende nuestra seguridad, fíjese en sus normas, en sus logros y en como sus ciudadanos no percibe la bicicleta como algo peligroso e inseguro, porque no lo es. Porque lo que realmente mata es el coche. Y la seguridad real en los desplazamientos en bicicleta la dan el uso masivo de la misma, el respeto mutuo y la humanización de nuestras ciudades.
Si su objetivo real es la seguridad, pregunte y consensúe con los afectados. Si son otros, por favor, no los camufle.
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