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miércoles, 5 de junio de 2013

Día Mundial del Medio Ambiente.

Hoy es otro de esos días que pululan por el calendario con el nombre de una bonita causa pero que pasan desapercibidos para la mayoría de los mortales. Sólo algunos escasos actos institucionales los avalan, algunas líneas en los medios de comunicación y poco más, porque sólo nos enteramos de aquellos en los que se realiza una cuestación pública (los de la huchas, vamos).
Pero, por muy banal que resulte, hoy, 5 de Junio, ha tenido el privilegio de ser el Día Mundial del Medio Ambiente, una excusa tan tonta como el resto para que reflexionemos un poco y caigamos de una vez en la cuenta de que el medio ambiente no es cosa de los animales y las plantas esos sino que es el medio en el que también se desenvuelve la más egoísta e inconsciente criatura que ha poblado el Planeta Tierra, y de que, los beneficios económicos como objetivo único, ni se respiran, ni se beben, ni se comen. Éste, nuestro planeta, se ha recuperado de cataśtrofes mucho más duraderas y devastadoras que el ser humano y, siendo egoístas como somos, deberíamos respetarlo un poco más por nuestra propia supervivencia.
Pues bien, a pesar de que las razones medioambientales sólo se encuentran, en el mejor de los casos, entre el número tres a cinco de las listas de los que utilizamos la bicicleta a diario (por debajo de la rapidez, comodidad, libertad de movimiento o la cabezonería), es innegable que la bicicleta es un gran contribuyente a paliar, dentro de esas zonas hormiguero que hemos arrasado para construir nuestras moradas, las agresiones a ese medio en el que respiramos, y contribuye a esa egoísta razón de perpetuar la vida, tanto material como emocionalmente.
Así que, por qué no, aprovechemos este artificial día para volver a coger la bici y vivir nuevas experiencias ambientales, que de fastidiarnos la existencia ya se encargará la DGT.

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