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jueves, 8 de agosto de 2013

¿Cuántos muertos más?

(Fuente de la fotografía: Asociación Huesca en Bici. http://pinterest.com/pin/570901690234402366/)

En esta fotografía, muy ilustrativa, podemos ver a la Directora General de Tráfico, la señora Seguí, ataviada con todos los elementos de seguridad, que según ella y la DGT, son imprescindibles a la hora de coger una bicicleta, aparato, que, según podría deducirse de la fotografía, o bien parece darle verdadero pavor o, como poco, miedo reverencial.
Según ella y la dirección general que dirige, estos elementos son los que pueden salvar la vida de un ciclista, argumentando que "evitan los accidentes", premisa de partida totalmente falsa ya que un casco puede evitarte lesiones en caso del mismo, pero nunca evitarlo y los elementos reflectantes, a plena luz del día, sólo hacen que, con todos mis respetos hacia ellos, el usuario parezca un operario de servicios múltiples del ayuntamiento.
Pero la cruda y penosa realidad nos estalla en la cara, por desgracia, casi a diario. Ayer, sin ir más lejos, otro ciclista moría en las calles de Madrid a manos de un (presunto) asesino que había perdido todos los puntos del carné de conducir y que, como suele pasar con todos estos cobardes, dejó moribundo al ciclista tirado en medio de la calle. Ciclista que portaba un casco en su cabeza, elemento que ni evitó el accidente ni las posteriores lesiones que le causaron la muerte.
Entonces, ¿en qué estamos fallando? ¿De verdad es tan difícil de ver? ¿Está tan ciega la DGT y las autoridades en general que no ven más allá del quítate de en medio, lleva la cabeza protegida y que se te vea como a un faro? ¿Es tan difícil asumir que el coche mata conductores, ciclistas, peatones y todo lo que colisiones contra él? Activar medidas de seguridad activas (reducción de velocidad, calles más adaptadas a los ciudadanos y no a las máquinas) y, sobre todo, una reeducación general en la que se vea de una vez al coche como una parte más de la estructura vial y no como dios indiscutible de la misma, que no se le  considere un arma para campar con la ley del más fuerte, que no se le considere un medio de aislamiento del resto de usuarios sino una pieza más en una estructura humana y que se eduque desde el colegio en respeto hacia los demás y no sólo en señalización viaria, porque se empieza circulando en bici a gran velocidad por las aceras, luego se hace algo similar con el ciclomotor, para acabar siendo el amo de la carretera al pisar un acelerador.
Parece que va a costar bastante abrir los ojos a todos, pero mientras esto no ocurra seguiremos teniendo muertos innecesarios por el sólo afán de la velocidad y la prepotencia.
Y mi última recomendación, drástica sí, sacar para siempre a estos delincuentes viales de nuestras calles, no sólo por un periodo estipulado y con un cursillo testimonial hecho.

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