La SEM acaba de terminar. Como cualquier otro día, o en este caso semana, de algo, no deja de ser una forma testimonial de recordarnos que ese algo existe y que debería tenerse en cuenta. Pero, ¿realmente sirve para algo?
Año tras año, la SEM llega llena de actos relacionados con la movilidad, no podría ser de otra forma, y, ahora más que nunca, sobre todo con la movilidad en bicicleta. Conferencias, charlas, paseos, reivindicaciones, todo confluye para recordarnos que una forma de movilidad más eficiente le sienta bien a nuestras urbes. Los consistorios lavan sus caras promoviendo actividades y dando imagen, una imagen que no es real y que en la mayoría de los casos muere con el final de la semana.
Porque ahí está el problema. Creo que no me equivoco al decir que se ha notado poco o nada, a nivel de calle, que la SEM ha pasado. El mismo tráfico a motor, las mismas emisiones contaminantes, las mismas prisas y, sí, de vez en cuando y por las tardes, desfiles de bicicletas por nuestras ciudades que, para los ojos de la mayoría de los ciudadanos no dejan de tener el mismo sentido que un desfile de carrozas o una procesión religiosa.
Y el principal componente de esa masa ciclista que se mueve estos días somos los adeptos, los convencidos y algunos pocos engañados que al día siguiente vuelven a dejar las bicicletas en sus rincones. Porque es muy espectacular ver a 200, 500, 1000 ciclistas o más circulando por las calles, pero lo es aún más verlos circulando a diario por separado o en pequeños grupos, cosa que, fuera de estos actos multitudinarios, no ocurre.
Y no ocurre porque no existe una apuesta clara porque ocurra. Porque realmente, la administración pública no hace perdurar en el tiempo la temática de la semana ni la promueve durante su duración. Id a pie de calle y preguntad cuántos saben que se está desarrollando y cuándo es el Día Europeo sin Coche.
Transporte público gratuito y de calidad, comenzar proyectos de Caminos Escolares, cierre de calles al tráfico y desarrollo de su peatonalización... Quitando honrosas excepciones, nada, de nada. Me gustaría ser mucho más positivo, pero no puedo.
Mientras, desde el punto de vista correligionario, seguiremos luchando no sólo en una semana, sino en un mes, en un año... Por un aire más limpio.
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