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martes, 22 de octubre de 2013

Decididamente, somos tontos.

Hubo un tiempo en el que, cuando se pensaba en un país lleno de bicicletas, en el que sus habitantes las utilizaban absolutamente para todo y que generaba escenas de avenidas colapsadas por las mismas, todo veíamos China.

(Fuente de imagen: retrociclas.blogspot.com)

La bicicleta en China es algo tan tradicional como lo pueden ser sus pagodas, su cocina o la Ciudad Prohibida. Es algo que se asumía como propio y no se cuestionaba... Hasta que llegó el capitalismo consumista y vistió de obsolescencia un vehículo tan utilizado, llenando de anhelos de progreso a una sociedad con un creciente poder adquisitivo.
Y este supuesto progreso llegó en forma de automóvil y les ha dado libertad e independencia de movimiento (cosa que con la bici no tenían), además de una nueva forma de colapso, más adictiva, más congestiva y que provoca una ralentización de la vida cotidiana. Pero, ¡eh!, el estatus que se adquiere que con un coche...
Y gracias a ese estatus, a esas ansias de posesión y de marcar distancias, China está al borde del colapso ambiental y batiendo todos los registros de muertes prematuras. En pocos años de producción desaforada, han conseguido verdaderos records de polución en sus ciudades, tal es así que, para poder reducirlos, han tenido que plantear una especie de concurso entre ellas que intentará reducir la contaminación a la mitad. Para esto, las primeras medidas han sido tratar de sacar la mitad de sus coches de las calles. Sí, ese símbolo del progreso sobre los medios tradicionales de transporte, es ahora un enemigo a combatir.

(Fuente de imagen: eleconomista.es)

El mundo occidental ya ha pasado por eso y sigue sufriendo sus consecuencias (algunos todavía no hemos salido de ello), y se está dando cuenta de que una marcha atrás en determinada medida es beneficioso para todos.
Somos tontos, pero dicen que rectificar es de sabios y China también tiene gran tradición en ese tema.

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