Al ver imágenes como la de arriba no puedo más que indignarme y sentirme totalmente defraudado por un sistema totalmente discriminatorio con la movilidad más humana en nuestras ciudades.
Se trata de la primera rotonda flotante para bicicletas y se encuentra, cómo no, en Eindhoven, Países Bajos. Una gran obra de ingeniería de la que la ciudad se siente más que orgullosa.
Y digo que me siento indignado porque, si bien es verdad que en la mayoría de los casos la infraestructura específica ciclista no es necesaria y menos macroestructuras como la de la foto, hay muchas otras veces que es más que necesaria.
Pero, como siempre, está el príncipe y el mendigo en este tema. Mientras que para construir o ampliar una nueva infraestructura viaria para vehículos a motor solo es necesaria la decisión de una serie de políticos o técnicos, si esta misma infraestructura es necesaria para el desplazamiento peatonal y/o ciclista, el ruego y la mendicidad son necesarios durante largos periodos de tiempo, escuchando las escusas del precio, lo inadecuado de la misma o la imposibilidad de acercarse siquiera a las exigencias más básicas, simplemente, porque no se puede.
Si es necesario, se desmontan montañas, se taladran de lado a lado, se expropia, se recalifica y lo que haga falta para que el príncipe pueda seguir llenándolo todo. Pero si es el mendigo el que expone sus necesidades, la cosa cambia tan radicalmente, que muchas veces este último acaba convencido de que sus demandas no tienen sentido: ¡es que, claro, sale muy caro!
Cuando me desplazo de casa al trabajo, circulo por una carretera de 5 kilómetros, cortada por una autovía, la A43, sobre la que se construyó una rotonda volada de dos carriles y amplitud de diámetro. Para esto no hubo problema. Dicha rotonda acumula mucho tráfico y altas velocidades, tal es así que o te echas al centro de la misma o los coches te comen.
El vano total a saltar sobre la autovía, con accesos y todo, no llega a los 50 metros, pero es totalmente imposible, inviable, inpracticable y no sé cuántos apelativos más el construir una pasarela ciclista-peatonal sobre la misma, aun mendigándola durante años.
Lo que sí fue viable fue unir esta autovía a otra, desmontando un pedazo de sierra. Una carretera que debe absorber un tráfico de unos 100 coches al día. O la próxima ampliación de esa misma travesía que recorro, de 2 a 4 carriles haciendo desaparecer por completo el arcén, porque en los días de más tráfico se pueden tardar un par de minutos más en recorrer esos 5 kilómetros.
Como este caso particular cientos en toda España.
Mientras nos tocará mendigar cosas imposibles que no molesten a las arcas destinadas al príncipe, aunque mucha gente no pueda desplazarse de un lugar a otro de una forma no motorizada, por miedo y falta de respeto.
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