¿Por qué soy el bicho raro?

Hago acopio en este artículo de mi impopularidad, ganada a base de grandes esfuerzos, para la gran masa.

¿Y por qué?

Pues porque abogo no sólo ya por el céntimo sanitario sobre los combustibles, sino por un gravamen medioambiental más alto para todos aquellos que usan el coche como juguetito, eso sí, dejando de lado a los que realmente lo necesitan, aunque esto suponga utilizar tacómetros de kilometraje como se ha propuesto en Holanda.

Porque, a pesar de haber firmado contra la de Ciudad Real por su forma, también abogo por la implantación de la zona azul en el centro de las ciudades y de todas aquellas medidas que desincentiven el uso irracional del vehículo privado a motor en las mismas, complementándolo con un transporte público y colectivo de calidad y aparcamientos disuasorios fuera del centro.

Porque defiendo el uso de esos lentos y anticuados estorbos llamados bicicletas, para conseguir ciudades más humanas, racionales, con menos ruidos y menos contaminación.

Porque considero que esos vehículos deben ser priorizados sobre el resto del tráfico, con análisis concienzudos de infraestructura propia, cuando sea necesaria, que robe espacio al coche, que no discurra por las aceras y que permita el acortamiento de distancias sólo para él (calles en contrasentido).

Porque me gustaría que los ciclistas cumplieran las normas de circulación y no promovieran la estúpida generalización entre el colectivo.

Porque no considero el uso de la bicicleta como una subcultura, ni tribu, ni nada similar y la asimilo al actual modo rey de desplazamiento, el coche, en el que no es necesario reinterpretarse, ni disfrazarse ni pertenecer a un colectivo concreto para usarlo.

Porque también considero que los peatones deberían cumplir las normas de circulación y, en caso de que no estén de acuerdo con las aceras-bici que les roban espacio, aboguen por cambiarlas y no por invadirlas e insultar a los ciclistas que, por ley, las usan.

Porque considero que el espacio público es público y no debe ser copado ni por vehículos privados aparcados ni por terrazas de negocios también privados que no permiten caminar.

Porque considero que nuestras calles y carreteras son tan peligrosos porque se criminaliza a la víctima en lugar de al verdugo, porque lo admite una sociedad educada en unos valores erróneos de prioridades, prepotencia y preponderancia.
Porque vivimos en esa sociedad en la que se recomienda que los niños no jueguen en la calle, que se le recluye en parques cerrados libres de humo de tabaco pero no exentos de humo de coche y se les traslada a todos sitios dentro de una caja de aislamiento.
Porque estoy harto de que los que invaden y colapsan las calles, invaden las aceras, carriles bici y aparcan en los pasos de peatones todos los días se quejen de que se produzcan  bici paseos o masas críticas.
Porque me parece una verdadera vergüenza nacional que se tolere y se apoye la invasión de las calles a la entrada y salida de los centros educativos, por parte de vehículos a motor privados, poniendo en riesgo a nuestros hijos.
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Considérese esto como toda una declaración de intenciones, por la cual, por parte de unos y de otros, cada día, soy menos popular.