Ayer nos golpeaba la triste noticia de siempre, un chico de 20 años moría atropellado por un coche en un cruce de Ciudad Real.
No pretendo analizar en este artículo quién o qué tiene la culpa del trágico accidente, no me aprovecharé de ello, pero lo que sí me sigue molestando, y mucho, son los comentarios de quien no sabe ni pinta nada en todo este tema, empezando por ubicar mal el lugar del accidente.
El primero de ellos, como podréis adivinar, es "que no llevaba casco". Tampoco, ni de lejos voy a cuestionar desde aquí que, quizá en este caso, hubiese sido decisivo en el desenlace del accidente, ya que la herida fue en la cabeza. No cuestiono la efectividad de dicho elemento de seguridad pasiva en determinados casos, pero lo que sí voy a cuestionar siempre es el "cotorreo" acerca de temas que se desconocen y de los que se habla con total impunidad.
Imaginaos por un momento que este conductor, cuya desgracia ha sido dar con un cruce que conozco bien, con una visibilidad casi nula, y que apuntaba que no sabía de donde había salido la bici, no hubiese visto un camión que descendía por la misma calle y hubiera muerto de traumastismo craneoencefálico, a nadie se le hubiese ocurrido hablar de la carencia de casco.
Los segundos comentarios apuntan a idioteces varias como que se veía venir tal y como vestía, que era de los que frenaban en la rueda, que si iba loco y a toda velocidad (como podréis leer en el artículo del periódico, iba paseando a un perro y a no ser que fuese un galgo, no creo que la velocidad sea el problema)... ¡Por favor! La extendida y, sí, puñetera manía de criminalizar a las víctimas con excusas vanas. Eso sí, el "pobre muchacho" que no falte después de desmembrarlo verbalmente.
Razones, miles, elucubraciones, ninguna. Porque la seguridad en nuestras calles comienza con el respeto mutuo, con un cambio de pensamiento totalmente necesario encaminado a que el que más pesa y el que más corre no es el que debe abusar del más débil, sino el que, en consecuencia, debe llevar el mayor cuidado y proteger al más vulnerable, incluso para evitar desgracias cuando este último se equivoca. Y aquí hablo de TODOS, vehículos pesados sobre coches, coches sobre bicis, bicis sobre peatones, peatones con cochecitos sobre los que no los llevan... y así toda la cadena.
Porque, aunque parezca lo contrario y el uso nos haga fiarnos de nuestros sentidos, estos nos engañan a menudo, y no es lo mismo un "stop" que un "ceda el paso", y menos los de muy baja visibilidad, que las señales no se fabrican para repartirlas al libre albedrío y colocar aquí y allá las que sobran. Mirar 3, 4 ó 5 veces es mejor que la costumbre.
Porque, en un choque contra mil kilos de acero más la energía cinética de ambos vehículos, las medidas pasivas pueden amortiguarlo algo, pero es muy difícil calcular el daño producido.
Descanse en paz y que la violencia vial se termine en nuestras calles. Y, a eso, tenemos que contribuir todos.
No pretendo analizar en este artículo quién o qué tiene la culpa del trágico accidente, no me aprovecharé de ello, pero lo que sí me sigue molestando, y mucho, son los comentarios de quien no sabe ni pinta nada en todo este tema, empezando por ubicar mal el lugar del accidente.
El primero de ellos, como podréis adivinar, es "que no llevaba casco". Tampoco, ni de lejos voy a cuestionar desde aquí que, quizá en este caso, hubiese sido decisivo en el desenlace del accidente, ya que la herida fue en la cabeza. No cuestiono la efectividad de dicho elemento de seguridad pasiva en determinados casos, pero lo que sí voy a cuestionar siempre es el "cotorreo" acerca de temas que se desconocen y de los que se habla con total impunidad.
Imaginaos por un momento que este conductor, cuya desgracia ha sido dar con un cruce que conozco bien, con una visibilidad casi nula, y que apuntaba que no sabía de donde había salido la bici, no hubiese visto un camión que descendía por la misma calle y hubiera muerto de traumastismo craneoencefálico, a nadie se le hubiese ocurrido hablar de la carencia de casco.
Los segundos comentarios apuntan a idioteces varias como que se veía venir tal y como vestía, que era de los que frenaban en la rueda, que si iba loco y a toda velocidad (como podréis leer en el artículo del periódico, iba paseando a un perro y a no ser que fuese un galgo, no creo que la velocidad sea el problema)... ¡Por favor! La extendida y, sí, puñetera manía de criminalizar a las víctimas con excusas vanas. Eso sí, el "pobre muchacho" que no falte después de desmembrarlo verbalmente.
Razones, miles, elucubraciones, ninguna. Porque la seguridad en nuestras calles comienza con el respeto mutuo, con un cambio de pensamiento totalmente necesario encaminado a que el que más pesa y el que más corre no es el que debe abusar del más débil, sino el que, en consecuencia, debe llevar el mayor cuidado y proteger al más vulnerable, incluso para evitar desgracias cuando este último se equivoca. Y aquí hablo de TODOS, vehículos pesados sobre coches, coches sobre bicis, bicis sobre peatones, peatones con cochecitos sobre los que no los llevan... y así toda la cadena.
Porque, aunque parezca lo contrario y el uso nos haga fiarnos de nuestros sentidos, estos nos engañan a menudo, y no es lo mismo un "stop" que un "ceda el paso", y menos los de muy baja visibilidad, que las señales no se fabrican para repartirlas al libre albedrío y colocar aquí y allá las que sobran. Mirar 3, 4 ó 5 veces es mejor que la costumbre.
Porque, en un choque contra mil kilos de acero más la energía cinética de ambos vehículos, las medidas pasivas pueden amortiguarlo algo, pero es muy difícil calcular el daño producido.
Descanse en paz y que la violencia vial se termine en nuestras calles. Y, a eso, tenemos que contribuir todos.
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