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miércoles, 5 de febrero de 2014

Incentivar con dinero.


No hay quien me pueda quitar la idea de que los españoles somos unos interesados en el tema de los incentivos monetarios, o dicho de otra forma, si no hay dinero de por medio no me interesa.
Pero tanto en lo positivo como en lo negativo. Véase el caso de las sanciones de tráfico, sólo aumentando la cuantía de las multas y amenazando con dejarte sin carné se ha conseguido reducir significativamente los accidentes.
Y no somos los únicos, no os vayáis a creer. Francia ha empezado hace unos meses a primar a aquellos empleados que se desplacen al trabajo en bicicleta, por aquello de la contaminación y las congestiones de tráfico. Y me parece bien. Por mucho que se diga, me parece bien, porque es muy común y asumido como algo bueno el subvencionar entre todos los insostenibles planes para seguir atestando nuestras calles de vehículos contaminantes y peligrosos mediante planes PIVE, reviviendo al moribundo a base de dinero, y aduciendo la palabra vehiculo eficiente.
Es Ahora el Ayuntamiento de Madrid la que pretende subvencionar bicicletas a sus empleados, con el objetivo de reducir la contaminación en una ciudad que supera los límites, ya de por sí fijados altos, un día sí y otro también. Y me parece bien, también. No entiendo las voces que se alzan contra estas iniciativas argumentando el gasto que conlleva. De verdad, ¿no se dan cuenta de que es un bien para TODOS? ¿No son los mismos que defienden los planes de incentivo para la compra de coches?
Primar al VERDADERO VEHÍCULO EFICIENTE, significa, a medio plazo, mejorar la salud pública, hacer las ciudades menos peligrosas y agresivas, menor inversión y, sobre todo, mantenimiento de infraestructuras, menos contaminación acústica, menos polución...

Ya es el momento oportuno para que los planes PIVE se dediquen de verdad a la eficiencia.
Esperemos que esta iniciativa no sea otra vana promesa política más, otra campaña publicitaria preelectoral, y que se extienda al resto de la administración y de la sociedad, para el bien común ciudadano. Porque conseguir un fin a través del bolsillo parece ser la única posibilidad en muchos casos.

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