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martes, 18 de noviembre de 2014

Harto de los que consideran la velocidad como un derecho.

Soy consciente de que últimamente, por diversas razones, tengo este blog un poco abandonado en cuanto a entradas se refiere, pero hay acontecimientos que bien merecen ser publicados. Os pongo en situación:
Imaginad que hacéis un ceda el paso y aparecen, primero, un pequeño tractor y detrás un coche color negro con los cristales tintados en el mismo color (ya vamos todos imaginando qué tipo de individuo lo conduce). Ambos acceden a una calle de mi localidad, con aparcamiento a ambos lados y por la que cabe un solo vehículo en el sentido de la circulación. Salgo detrás de ambos y, a unos 50 metros, la calle se ensancha un metro más.
Imaginad mi asombro cuando el prisas de turno se pone a pitarle al tractor para que se aparte.  El conductor del vehículo agrícola, a pesar de que iba circulando a la velocidad máxima permitida en dicha vía, 30 km/h., hizo lo que hubiera hecho yo, reducir su velocidad a 20, ¡y sobrevuélame si puedes! Imagináos cómo ese gilipollas (no tiene otro nombre) hubiera actuado ante un ciclista.
Y es que una inmensa mayoría sigue pensando que la velocidad es un derecho. Que si tienes un vehículo más potente, más caro, mayor o no sé cuántos estúpidos conceptos más, tienes derecho a superar los límites y preponderar sobre los demás. Porque, aunque no se crea, esas señales circulares de color rojo y blanco con unos números negros en su interior,  son límites. El número que portan es la velocidad máxima a la que se puede circular, no la velocidad mínima ni, tan siquiera, la velocidad a la que hay que ir. Reitero, es el límite máximo y se puede circular a una velocidad menor, sin que nadie tenga por qué acosarte, insultarte ni creerse superior a ti.
Este concepto, supongo, está sobrealimentado por esa publicidad sobre coches en la que nadie más que tú ocupa la vía, en la que todo es felicidad y en la que puedes sentir bajo tus pies los caballos de la máquina. ¡Y así nos va!
En países como Holanda esto se tiene más que asumido, si hay que circular varios kilómetros detŕas de un vehículo más lento (léase bicicleta), se hace. Están educados vialmente. Aquí se pone verde al supuesto sancionador que sólo lo hace con ánimo de lucro y si hay que circular a 30, se hace a 60. A 80, se hace a 100 y así sucesivamente. Luego, la culpa, es de "los cabrones del radar".
Circular tranquílamente, sin superar los límites y a una velocidad en la que el vehículo se sienta cómodo sí es un derecho. La velocidad abusiva sobre los demás, no.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo si me pitan no voy a 20 para joder. Me quito y q pase. Evito el posible peligro para mí y para el imbécil. Por ser imbécil no se merece nadie un golpe...

gorgopanta dijo...

Yo apostaría por limitar la velocidad máxima que pueda alcanzar un vehículo en su construcción a 120 km/h (por las autopistas). Me refiero a que estuviese prohibida la venta de automóviles que superasen esa velocidad. El sistema actual (coches que superan los 200 km/h) es como si te venden una metralleta pero sólo se permiten pegar un tiro.

gorgopanta dijo...

Por cierto, si me permites aquí pongo un enlace con un interesante artículo:
http://www.eldiario.es/desde-mi-bici/autoridades-sanitarias-advierten-conducir-mata_6_325877428.html