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jueves, 4 de diciembre de 2014

La DGT nos vende coches disfrazados de seguridad.

Ya me ha llegado a casa la dichosa carta de Dirección General de Tráfico, siempre preocupada por mi seguridad, en la que se me asusta para que compre un coche nuevo. Y digo "se me asusta" porque creo que es la frase adecuada para este despropósito de campaña, cláramente orquestada por el poderoso lobby industria del automóvil-compañías de seguros, en la que se alaban las bondades de comprar un vehículo a motor nuevo y se advierte claramente de que los vehículos antiguos ponen tu vida en peligro de muerte directo.
Además, la misiva contiene datos referentes a mi seguro y al quilometraje anual de mi coche que no me parece ni medianamente ético que aparezcan para estos fines.
Agradezco esa preocupación por mi integridad que demuestra la DGT, pero considero que mi dinero, con el cual se está pagando esta campaña, estaría mucho mejor empleado en otras facetas de la circulación en las que se pone la vida en juego día a día y sobre la que sería muy loable realizar una campaña de educación de la cual carecemos muchos en este país. Una pequeña información sobre actitudes insidiosas que ocurren día a día y que ponen en peligro a todos los usuarios sin que se les tenga especial mención:
El fin de la violencia vial producida por el acoso directo al resto de los usuarios de las vías públicas, ya sean motorizados, a pedales o peatonales, rebasando los límites de velocidad fijados momento sí, momento también y poniendo la velocidad por encima de cualquier otro derecho.
Las dobles y triples filas de aparcamiento a la entrada y salida de los centros educativos y las velocidades excesivas e incontroladas en los alrededores de los mismos, además de la circulación de vehículos a motor a escasos metros de parques infantiles.
Desdeñar de una vez la extraña idea de que un semáforo en ambar o en "recién rojo" no es un elemento dedicado a acelerar el coche, incluso si algún peatón ya ha comenzado a cruzar.
Que aparcar de forma ilegal (o legal a veces) en un cruce, junto a un paso de peatones o sobre el mismo, disminuyendo e incluso obstruyendo la visibilidad del mismo puede causar una muerte, teniendo en cuenta que, como norma general, practicamente nadie, reduce antes de uno de estos  pasos y revisa que no haya nadie cruzando. Total, sigo teniendo derecho a mi velocidad. Y de echo apelo a ese derecho sin llegar a parar del todo ante el cruce de un peatón y a rodearlo en cuanto ha sobrepasado la aleta del coche o el manillar de la bici o moto.
Que las aceras están pensadas para la circulación peatonal, no para aparcar encima de ellas, ni para salir de una cochera haciendo alarde de fuerza ni para circular con bicicletas sobre ellas a gran velocidad y sin control. Hacer que un peatón tenga que bajarse del bordillo por su invasión o tenga que ser él el que tenga cuidado de mirar en todas las salidas de vehículos o tenga miedo a doblar una esquina y ser atropellado por un inconsciente en una bici, también pone en peligro la integridad personal.
Y así podríamos seguir enumerando puntos que sería mucho más importante, obvio y necesario incluir en una campaña informativa de la DGT y que serían mucho más de agradecer que una en la que se vendan a la industria automovilística, la única, al parecer, junto a los bancos y las petroleras, que merece el derecho a ser protegida tras la casi total desmantelación de nuestro tejido productivo.

La educación vial brilla mucho por su ausencia en este país y es uno de los pilares más importantes en la seguridad del tráfico, junto con las medidas activas y una concienciación añadida de que es más importante una vida que la estúpida arrogancia y que el coche no es el amo y señor de nuestras ciudades y que tráfico, somos todos, hasta los que caminan.

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