Y es que, a pesar de que sigue habiendo mucho intransigente y reclacitrante, cada vez más la hartura hacia el ruido, las prisas, la contaminación y la saturación extrema de las calles de las ciudades están provocando que cada vez se intente eliminar el coche de las mismas.
Y esta erradicación ya no viene sólo promovida por los activistas, ecologistas y esas "razas de hippies" en las que siempre se basa la política para ridiculizar o criminalizar los puntos de vista divergentes con sus creencias. No, está habiendo un moviemiento ciudadano que está harto de tragar humos, de que no se pueda caminar, del ruido incesante día y noche, y que incluso llega a aquellos que sufren día a día atascos, ausencia de aparcamientos libres y que ven que ya no caben más. Siguen siendo parte del problema, pero se enfrentan a unas alternativas de transporte ineficientes (¿más?), caras y a veces inaccesibles.
En España seguimos teniendo un concepto bastante alejado de esta supresión paulatina del coche. Se empiezan a hacer pinitos en el tema, incluso la reticente y caótica capital del país comienza a hacer visible un claro aumento de la bicicleta en sus calles, pero queda un muy largo camino por recorrer.
Pero algo está cambiando, y mucho, a nivel político en varias ciudades, cada una con sus métodos y prioridades, pero dándonse cuenta de que el modelo actual tiene un límite, y que ya se ha alcanzado, de nada sirve darle más espacio a algo que lo devora y lo colapsa. Incluso el presidente de Ford llegó a decir hace un par de años que ya no caben más coches en el mundo, que había que buscar otras alternativas.
París quiere erradicar los motores diesel de sus calles, supuestamente los más contaminantes en partículas, y fomenta el uso de la bicicleta e incluso la subvenciona y premia en forma de remuneración económica.
Londres, otro caos europeo, intenta hacerle hueco a la bici, restringe el paso mediante peajes al centro y busca medidas para evitar los ángulos muertos en camiones y autobuses.
Helsinky se ha propuesto que el coche no sea necesario para el 2020. Una de las mejores formas de disuasión: no me quites el vehículo, cambialo por otro modelo accesible a todo el mundo. Una mentalidad muy nórdica que funciona.
Cada uno de su forma, acertada o no, definitiva o no, pero la protesta contra el hacinamiento de coches en nuestras ciudades está tomando otros caminos, otra generalización que no se daba con anterioridad. Incluso hay un marcador, muy tenue, muy desapercibido, y es que, en las ciudades en las que existe bici pública o de alquiler, el recorrido turístico de esas ciudades se suele hacer en bicicleta. Volver a casa, ya es otro cantar.
Y esta erradicación ya no viene sólo promovida por los activistas, ecologistas y esas "razas de hippies" en las que siempre se basa la política para ridiculizar o criminalizar los puntos de vista divergentes con sus creencias. No, está habiendo un moviemiento ciudadano que está harto de tragar humos, de que no se pueda caminar, del ruido incesante día y noche, y que incluso llega a aquellos que sufren día a día atascos, ausencia de aparcamientos libres y que ven que ya no caben más. Siguen siendo parte del problema, pero se enfrentan a unas alternativas de transporte ineficientes (¿más?), caras y a veces inaccesibles.
En España seguimos teniendo un concepto bastante alejado de esta supresión paulatina del coche. Se empiezan a hacer pinitos en el tema, incluso la reticente y caótica capital del país comienza a hacer visible un claro aumento de la bicicleta en sus calles, pero queda un muy largo camino por recorrer.
Pero algo está cambiando, y mucho, a nivel político en varias ciudades, cada una con sus métodos y prioridades, pero dándonse cuenta de que el modelo actual tiene un límite, y que ya se ha alcanzado, de nada sirve darle más espacio a algo que lo devora y lo colapsa. Incluso el presidente de Ford llegó a decir hace un par de años que ya no caben más coches en el mundo, que había que buscar otras alternativas.
París quiere erradicar los motores diesel de sus calles, supuestamente los más contaminantes en partículas, y fomenta el uso de la bicicleta e incluso la subvenciona y premia en forma de remuneración económica.
Londres, otro caos europeo, intenta hacerle hueco a la bici, restringe el paso mediante peajes al centro y busca medidas para evitar los ángulos muertos en camiones y autobuses.
Helsinky se ha propuesto que el coche no sea necesario para el 2020. Una de las mejores formas de disuasión: no me quites el vehículo, cambialo por otro modelo accesible a todo el mundo. Una mentalidad muy nórdica que funciona.
Cada uno de su forma, acertada o no, definitiva o no, pero la protesta contra el hacinamiento de coches en nuestras ciudades está tomando otros caminos, otra generalización que no se daba con anterioridad. Incluso hay un marcador, muy tenue, muy desapercibido, y es que, en las ciudades en las que existe bici pública o de alquiler, el recorrido turístico de esas ciudades se suele hacer en bicicleta. Volver a casa, ya es otro cantar.
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