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martes, 10 de febrero de 2015

No es solo cuestión de malos humos.

Nuestras ciudades llevan saturadas de tráfico a motor desde los años 60 del siglo pasado. Esto es una realidad tangible y constatable, no un invento subjetivo. Y está visto que por más que se amplíen las tragaderas de ese tráfico, la saturación es la misma o mayor. Porque cuanto más sitio se haga a esa máquina "devoraespacio" más se animará a su uso y vuelta a la saturación.
Esta saturación, que ocupa más del 60% del espacio disponible en nuestras ciudades, se debe a la escasa o nula eficiencia espacial de este medio de transporte en el entorno urbano. La ocupación de un vehículo privado, con una media constatable de 1,5 personas transportadas, no es comparable al espacio utilizado por el transporte colectivo, la bicicleta y los desplazamientos caminando. 15 m2 para tranportar 1,5 personas, llenan la ciudad de espacios públicos privativos, tanto en movimiento como estacionarios. Porque no es comprensible hoy en día el no construir accesos para coches en nueva urbanización ni espacio permenente ocupado por éstos cuando se encuentran parados, es decir, zonas de aparcamiento.
Toda esta saturación provoca lo que ya todos conocemos y a lo que solemos cerrar los ojos en aras de comodidad y, como la publicidad nos vende, libertad de movimiento (representada en vías vacías irreales): contaminación ambiental, contaminación acústica, enfermedades, deterioro de edificios e infraestructuras...
Pero existe otro factor a tener en cuenta, aunque consiguiésemos o tendamos a la eficiencia energética en el vehículo particular, y son los efectos de la saturación. Por mucho que tengamos vehículos movidos por energías "limpias", esa contaminación del espacio, del estrés, de las prisas, de la falta de solidaridad, de la prepotencia, del aparentar y del creerse superior cuanto más caballos tengas, no desaparece.
No es sólo cuestión de malos humos, aunque sean muy importantes. Es cuestión de habitabilidad frente a abusos. Y el día que lleguemos a comprender esto, y le pongamos coto, creando ciudades que caminan, proporcionando alternativas colectivas de transporte accesibles, de calidad y asequibles y promovamos los desplazamientos en bicicleta, patines y demás, ese día, dejaremos de estar saturados y enfermos de espacio.

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