Buscar en este blog

miércoles, 4 de marzo de 2015

Aún nos queda mucho, pero mucho.

Las mentalidades cambian con el tiempo, aunque normalmente a peor, a ser más recalcitrantes y a agarrarnos a un clavo ardiendo sobre lo que creemos son nuestros derechos inalienables.
Estamos en época preelectoral y, como casi todos los ayuntamientos, el mio tamibién está de obras de mejora, en este caso, de accesibilidad.
Unas obras que están proporcionando aceras decentes a zonas de la población en las que éstas eran una mera anécdota que en algunos sitios no daban ni para ir en fila india. Unas aceras que sirven a todos y cada uno de nosotros porque, en un momento u otro, todos somos peatones (escepto unos cuantos que se mueven de cochera en cochera).
El otro día se pasó por casa un conocido que se quejaba activamente de que "ahora están de moda las aceras de 20 metros" y "en la calle de mi hermana han quitado todo el aparcamiento y ahora qué hace con los dos coches".
Nos queda mucho. Mucho para entender que las ciudades tienen que ser de las personas. Que el coche es un bien privativo y no un derecho. Que el aparcamiento, al igual que el que tiene un barco, un avión o un elefante, no es un derecho amparado por la ONU. Que las normativas municipales exigen que en nueva vivienda se construyan cocheras para que TU coche esté en TU propiedad, como lo está tu tele o tu lavadora, y que estas cocheras no tienen por qué transformarse en salas de estar o despachos, arguyendo que en la calle debe haber aparcamiento gratuito para ti.



Las aceras las usamos todos. Tu vehículo pasa la mayor parte del tiempo parado y ocupando un espacio que es de todos. Hasta que no entendamos esto, no concuirá este largo camino.

No hay comentarios: