Los córvidos en general y las urracas en particular se pirran por los objetos brillantes, no pueden resistirse a su atracción y acaban acaparándolos.
En el mundillo de la restauración en general ocurre muchas veces lo mismo y el particular de la bicicleta no podía ser menos.
Cuando uno comienza a interesarse por este tema y consigue su primera bici, en lo primero que piensa es en dejarla como nueva. Todos hemos caído en la trampa, desechando incluso piezas originales para cambiarlas por otras impolutas, no planteando siquiera conservar la pintura original y cambiando ese cuero gastado por algo brillante y nuevo. Es el "efecto urraca", muy peligroso si tenemos en cuenta que en nuestras manos hay un pedazo de historia que ha llegado a nosotros como legado y debería ser un legado para futuras generaciones.
Siempre hay casos y casos. Antes de ponernos manos a la obra yo recomendaría una reflexión profunda sobre lo que tenemos delante, sus posibilidades y su estado y, si es necesario, acudir a personas de nuestro entorno, con más o menos experiencia, y hacer una valoración.
Los arañazos, oxidaciones, desconchones y demás dan caracter a una bicicleta, la hacen única. Si su estado no es lamentable e irrecuperable siempre es mejor tener unos cromados originales pulidos que un espejo nuevo.
En el mundo de la restauración a todos los niveles (arquitectura, pintura, etc.) hay una norma obligada y es que la restauración aplicada debe notarse y debe ser siempre reversible. Además, antes, cuando se hablaba de dejar una pieza "para museo" se tendía a dejarla nueva. Hoy en día esto ha cambiado mucho y se valora su estado original sobre su aspecto de nuevo.
Yo he cometido varios errores de los que me arrepiento, supongo que a todos nos ha pasado. La prueba-error es muy importante para aprender, pero parad un rato antes de que el "efecto urraca" os ciegue.
En el mundillo de la restauración en general ocurre muchas veces lo mismo y el particular de la bicicleta no podía ser menos.
Cuando uno comienza a interesarse por este tema y consigue su primera bici, en lo primero que piensa es en dejarla como nueva. Todos hemos caído en la trampa, desechando incluso piezas originales para cambiarlas por otras impolutas, no planteando siquiera conservar la pintura original y cambiando ese cuero gastado por algo brillante y nuevo. Es el "efecto urraca", muy peligroso si tenemos en cuenta que en nuestras manos hay un pedazo de historia que ha llegado a nosotros como legado y debería ser un legado para futuras generaciones.
Siempre hay casos y casos. Antes de ponernos manos a la obra yo recomendaría una reflexión profunda sobre lo que tenemos delante, sus posibilidades y su estado y, si es necesario, acudir a personas de nuestro entorno, con más o menos experiencia, y hacer una valoración.
Los arañazos, oxidaciones, desconchones y demás dan caracter a una bicicleta, la hacen única. Si su estado no es lamentable e irrecuperable siempre es mejor tener unos cromados originales pulidos que un espejo nuevo.
Siempre mejor desgastados que "chinos", ¿no?
En el mundo de la restauración a todos los niveles (arquitectura, pintura, etc.) hay una norma obligada y es que la restauración aplicada debe notarse y debe ser siempre reversible. Además, antes, cuando se hablaba de dejar una pieza "para museo" se tendía a dejarla nueva. Hoy en día esto ha cambiado mucho y se valora su estado original sobre su aspecto de nuevo.
Yo he cometido varios errores de los que me arrepiento, supongo que a todos nos ha pasado. La prueba-error es muy importante para aprender, pero parad un rato antes de que el "efecto urraca" os ciegue.
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