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martes, 7 de abril de 2015

Las implicaciones de una ley absurda.

Cuando se hace algo por enajenación y no por convicción, y más tratándose de una ley o normativa, su ejecución y su vigilancia se hacen aún más obsesivas.
Pero éste no parece ser el caso del uso obligatorio del casco para menores de 16 años, o, por lo menos, en el ámbito que frecuento y conozco.
A pesar de lo absurdo de algunos aspectos de la nueva norma, como la obligación de su uso en parques y zonas cerradas al tráfico general, la ley se está obviando en la mayoría de los casos, salvo en ráfagas recaudatorias o arrebatos de pasión por "lo correcto".
La nueva norma, lo único que ha conseguido, es que los niños más pequeños lleven esos cascos de personajes de dibujos animados, sin homologación ni ratio de protección alguno cuando circulan con sus bicicletas con ruedines y dos palmos de alto por los areneros de los parques. En cuanto a su imposición sobre el resto de la infancia/adolescencia no ha tenido prácticamente efecto sobre el tan temido descenso del uso de la bicicleta en esa franja de edad.
Cuando se aprovó la ley, prometí comentar si, con el tiempo, se notaría un descenso de su uso en mi localidad, Miguelturra, tratándose de un municipio en el que la juventud se mueve mucho en bicicleta para ir, sobre todo, a actividades deportivas. Por lo observado, aquí los menores de 16 siguen moviéndose en bici y sin casco, salvo para salidas méramente deportivas.
¿Es igual en el resto del país?

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