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lunes, 28 de diciembre de 2015

La intolerancia que no cesa.

Hoy voy de anécdota personal. De una corta discusión con uno de esos intolerantes que se creen que tienen derecho a la velocidad y que son los únicos vehículos que pueden circular por la calzada debido, no sé, a su peso, a su tamaño o al del ego del propietario.
Vivo en una localida pequeña, un pueblo vamos, en el que (casi) todos nos conocemos aunque sea de vista. El sujeto en concreto estubo unos 3 o 4 años circulando con una furgoneta de reparto que quemaba aceite y expelía una horrible nube de humo azul. Como ya he dicho, es un pueblo, nadie se moja, y así siguió hasta que cambió de coche. Aporto este dato para que se vea la catadura de esos que se creen únicos y anteponen su derecho a envenarnos al de los demás.
Dicho esto, tengo que añadir que yo circulaba de acompañante en coche y que, en una calle de un único sentido y estrecha, nos topamos con un señor mayor y su bicicleta. Una de esas personas que pedalea a su ritmo, con los talones y un gorro de pescador.
Mi mujer, que era quien conducía, permanece detrás, a la distancia correcta y sin hacer intento siquiera de adelantar. Circulamos así durante menos de medio kilómetro cuando, el de detrás (al que ya me he referido con pelos y señales) comienza a pitar. Mi mujer para, echa el freno de mano y se baja del vehículo para hablar con "el prisas" y no hace más que ir a la ventanilla cuando le dice que no es a ella que es "al cabrón ése". Mi mujer le comenta que es un vehículo y que tiene el mismo derecho a circular por ahí que él.
Yo, que ya estaba encendido y que tengo muy poca paciencia me bajo del coche y empiezo a gritarle los mismos argumentos a lo que me responde "que se eche a la derecha" y le vuelvo a argumentar con mi paciencia y mis buenos modales (esto es sarcasmo, sí lo reconozco) que no tiene por qué apartarse a la derecha porque la distancia lateral mínima de adelantamiento es de metro y medio y allí no se cumplía. El señor agacha la mirada y me contesta "ya, ya, ya.." mientras otro prepotente con un Audi nos pita. Discusión concluída.
Seguimos detrás del ciclista, que había ganado algo de terreno y el prisas ataja por otra calle para evitarlo. Llegamos a una rotonda y el señor del Audi que había pitado también, en lugar de hacerla completa, como iba salir por la izquierda, conduce ese tramo por dirección prohibida y se desvía directamente a la calle. Otro que, como cumple a rajatabla el código de circulación, tiene derecho a pitar y a que no le molesten.
Mientras metíamos el coche en la cochera, vuelve a aparecer "el del atajo", saliendo otra vez detrás del señor mayor y su bici, es lo que suele pasar. Ahora no estábamos ya ahí para hacer de escudo...

Los intolerantes, los que se queja de que ningún ciclista cumple las normas y esos que se creen superiores a los demás usuarios de la vía, tendrían que estar muy agradecidos a personas como ésta, que con su pedalear lento contribuyen a hacer mejores ciudades para TODOS.

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