Ayer vi en la televisión la polémica suscitada por la construcción de un carril bici en el Paseo Marítimo de Castelldefels y, la verdad no comprendía por qué tal polémica: el carril es amplio, de dos direcciones, discriminado del tráfico (aunque sólo por señalización pintada en la calzada) tiene pinta de ser bastante seguro con cambio de color en los cruces...
Hasta que, después de la opinión de uno de los comerciantes que se opone al carril, me di cuenta: ¡se había cometido la herejía de quitarle espacio a San Coche! Según se quejaba el comerciante, "habían desaparecido más de 60 plazas de aparcamiento". El antiguo paseo constaba de dos carriles para vehículos motorizados, que han quedado sólo en uno tras la remodelación, mientras que las bicicletas podrán circular en ambos sentidos. ¡Anda, me suena a la Europa civilizada!
¡Con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho! Si el carril se hubiera malpintado en la acera y se hubiera quitado espacio a los peatones (como está de moda en este país) otro gallo cantaría y no habría quejas (por lo menos no tan "importantes" como para salir en televisión).
Lo que parecen desconocer esos comerciantes es que la bicicleta no es sólo un mero utensilio para hacer deporte y que, en la mayoría de países amigables con la bici, las compras se realizan en este vehículo, fomentando el comercio de barrio frente al de hipermercado. Lo que sí tendrían que pedir es aparcabicis frente a sus negocios y no intentar dinamitar una infraestructura que, como podrán comprobar a medio plazo, es beneficiosa para todos.
Pero hubo otra cosa que me sorprendió bastante. Según apuntaba el reportaje, había muchos ciclistas en contra del carril que preferían ir por la acera del paseo, aunque yo la única conclusión que saqué tras verlo fue que era falta de costumbre. "Hemos ido toda la vida por la acera y ahora nos va a costar ir por allí", aseguraba un hombre. Incluso había una señora que lo tildaba de peligroso para los niños. ¡Era impensable que un niño circulara por ahí! (a ver si se anima esta mujer y se da una vuelta por Amsterdam o Copenhague). Es mejor que los críos pedaleen por la acera, mucho más seguro para los peatones y ellos mismos, ¡dónde va a a parar!
En fin, un nuevo escollo en la cultura del humo y el ruido. Juzgad vosotros mismos.
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