Acabo de volver de vacaciones de mi cuarta vez en Mojácar, Almería.
Este bonito pueblo es algo duro para la bicicleta, debido a que se asienta sobre una montaña, pero su zona de costa invita al uso de este vehículo, con sus pegas.
Existe un carril bici, de unos 2 km. de longitud, que recorre parte de la costa, paralelo a la zona petonal del paseo marítimo, pero que está planteado, como casi siempre, como una infraestructura de ocio, terminando en dos puntos muertos, sin tan siquiera con conexión con la atestada travesía, el Paseo del Mediterráneo, por el que circula un coche cada segundo. Una travesía sin arcén, que es toda una peripecia para los ciclistas, que, por otro lado, abundan.
Distintos aspectos del carril bici del paseo marítimo en el que, como podréis ver, abundan esos que se quejan de que las bicicletas circulan por las aceras, a pesar de que existe un amplio paseo peatonal paralelo al carril bici.
Aquí termina el carril, ante un muro de piedra sin salida a la carretera. Hay que abandonarlo unos 50 m. antes para poder tener conexión con otras vías.
El carril es frecuentado por ciclistas de ocio, patinadores y personas corriendo, también, aunque en menor medida, es utilizado como desahogo de aquellos que se desplazan por el municipio, para evitar durante un corto trayecto el incesante tráfico a motor.
Hay muchas personas que aprovechan para realizar rutas turísticas por la zona en bicicleta y bastantes habitantes de la zona, sobre todo jubilados y jóvenes que se desplazan en este vehículo para ir a comprar o quedar con los amigos, a pesar del agobiante tráfico. Existen varias plataformas reivindicativas que piden una infraestructura real que sirva para ir de A a B, sin tener que tragar humo constantemente y sufrir el acoso de los automovilistas. Nosotros, que hemos paseado mucho arriba y abajo de esta travesía, al no haber más remedio, hemos podido comprobar la contaminación ambiental, que se mastica a cada paso. No se huele el mar, sólo el combustible quemado.
Travesía sin arcenes y con tráfico incesante. A pesar de ello, son muchas las personas que se desplazan sin contaminar.
Una de cal y otra de arena: un invasor de aceras en plena faena.
Intentamos alquilar un par de tandems para dar un paseo por la zona, pero nos fue imposible; la única tienda de alquiler de bicicletas, en la que los vimos el año pasado, se encontraba cerrada. Existe también una carencia de talleres y establecimientos este tipo que fomenten el uso de la bici. O llevas la tuya propia o no hay manera de alquilar una. Sería un buen negocio.
Nos topamos con muchas autocaravanas que portaban sus propias bicicletas.
Así que desde aquí os invito a visitar esta aún no demasiado masificada localidad, con su bonito núcleo urbano de estilo y sabor árabe y su plácida costa (si no fuera por el tráfico) y rodarla al suave ritmo del pedaleo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario