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domingo, 11 de diciembre de 2011

El perro del hortelano. Restricciones innecesarias.

Por desgracia no he estado todavía en Valencia y desconozco de primera mano cómo se encuentra distribuída su red de carriles bici. Tan sólo recibí estas fotos de un compañero que me dan una ligera idea de cómo anda el tema. Pero ha sido tema controvertido su nueva normativa y, sobre todo, su desafortunado paquete de sanciones lo que han hecho a esta ciudad famosa en las últimas semanas.
Está bien y estoy de acuerdo en que se impongan normas de circulación a todos los niveles, peatones, bicicletas, vehículos a motor, etc. pero no que se sancionen determinadas infracciones como si de delincuentes temerarios se tratase. No se pueden imponer multas de tan alta cuantía por hechos que no las merecen y pretender sangrar a los ciclistas urbanos con cantidades superiores a, por ejemplo, las sanciones a un coche por aparcar encima de una acera, impidiendo el paso de peatones y, sobre todo, personas con movilidad reducida o por bloquear un paso peatonal adaptado a minusválidos. Creo bastante más graves estas actitudes que, aunque no se deba hacer, circular por una acera con la bici.
Por lo tanto, no se trata aquí de no corregir comportamientos incívicos, sino de desproporcionar el castigo ante ellos.
Saliendo de la Capital del Turia, este comportamiento es generalizado. Al coche se le permiten muchos más deslices que a la bicicleta y no digamos ya a los peatones, a los que rara vez se multa aunque el incumplimiento de las normas lo contemple.
Si lo que se pretende, de verdad, es desarrollar una buena cultura de la bicicleta y no sólo dar una imagen de sostenibilidad, no podemos poner la miel en los labios y luego restringir su consumo. Es la táctica del Perro del Hortelano, no comer, ni dejar comer. Está visto que la cultura de la bicicleta se autogestiona a medio plazo y en ello influyen mucho las infraestructuras y la comodidad de su uso. Si se persigue al ciclista, éste acabará dejando de pedalear y terminará aparcando el coche en la acera para "ir un momentito" a la farmacia. Es menos costoso.
No se puede hacer lo que en Ciudad Real, con un sistema de bicicleta pública tan nefasto que ahora se pretende modificar para ver si se puede resucitar el cadaver. Sin un sólo metro de infraestructura útil, las estaciones de bicicletas suelen estar situadas en zonas donde no se permite circular con ellas, por lo que hay que arrastrarlas varios cientos de metros hasta la calzada más cercana o bien andar por donde no se debería.
Volviendo al caso de Valencia, los usuarios habituales de su red de carriles han pedido que ésta se amplíe y se mejore, y ya han surgido las voces de los ciclistas vehiculares, sí, esos egoístas que tienen como modelos de circulación en bicicleta a los bici-mensajeros de Nueva York y que obvian que un niño o un anciano puedan utilizar este medio de transporte a la velocidad que quieran y con todas las garantías de seguridad posibles, que, según ellos, se sienten agusto entre los coches y encajonados en los carriles bici detrás de ciclistas lentos (no piensan que los conductores sienten lo mismo cuando se los encuentran en las calzadas). Pues bien, estos ciclistas han reaccionado a la noticia diciendo que en las zonas en las que se solicitan los carriles bici adicionales se puede circular perfectamente por la calzada y que lo que pretenden los de los carriles bici es "saltarse los semáforos". A la primera parte, sí, determinadas personas seguro que pueden circular por la calzada, otras, menos favorecidas físicamente, seguro que no. A lo segundo, una red ciclista urbana bien diseñada permite no tener que esperar en los semáforos, por ejemplo, cuando se pretende girar a la derecha, simplemente se continúa ruta. Yo sí que he visto, en mi condición actual y obligada de ciclista vehicular a muchos de ellos saltándose los semáforos, porque una cosa es evitarlos con infraestructura y otra muy distinta pasar de ellos.


Ejemplo de infraestructura ciclista que permite girar a la derecha sin tener que esperar en el semáforo. Un simple ceda el paso, nos permite acoplarnos al tráfico ciclista de ambas direcciones.

En resumen, que no se puede crear una red incompleta y mal diseñada de infraestructura, intentar potenciar el uso de la bicicleta en nuestras ciudades y luego criminalizarla. Pero, por lo que se ve, el enemigo no está sólo fuera del colectivo. Una pena.

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