Hace unos días leía la noticia, en la edición digital de un periódico, sobre la reactivación por parte del Gobierno del nuevo Reglamento General de Circulación, que pactaron las asociaciones ciclistas con la antigua cúpula de la DGT (¡A ver si es verdad!).
Pues bien, en el apartado de comentarios a la noticia, entre los varios que nos ponían como delincuentes y vándalos del asfalto, como siempre, y los de defensa de nuestros derechos, me llamó la atención el de una mujer que decía que no le parecía normal ni lógico que veinte coches tuviesen que sufrir el ir detrás de una bicicleta.
Ante este tipo de mentalidad no puedo quedarme callado y quiero expresar mi opinión. Es igual que decir que un peatón no tiene derecho a cruzar una calle porque va a detener a "x" coches o que la maquinaria de obras públicas no pueda circular por el mismo motivo. Por un lado, en estos casos, o se es muy, pero que muy calmado, y se pasa de todo o el que realmente está sufriendo las malas artes, la impaciencia y la prepotencia de los conductores es el ciclista. Por otra parte, pensar que, cumpliendo las estadísticas que dicen que una media del 70% de los coches sólo transportan a una persona de sus 5 posibles plazas, están utilizando 200 metros cuadrados del espacio de todos para transportarse, ¡sólo 20 personas! Esas 20 personas están emitiendo a la atmósfera unos 130 grms. de CO2 por cada coche y kilómetro que se desplazan (2,6 kilos), a la par de muchos más gases irritantes y tóxicos, condimentados con un aderezo de partículas en suspensión que acaban en los pulmones, fachadas, ropa, calles y que, a medio plazo, provocarán una lluvia ácida.
A sabiendas de que lo único que tienen que sufrir los pobres conductores es el tener que circular más despacio (más humanamente) y que el resto de los ciudadanos, incluidos ellos mismos, tenemos que aguantar sus ruidos, contaminación, ocupación del espacio público y sus consecuencias a medio y largo plazo, ¿quién hace sufrir a quién, realmente?
Material gráfico creado y cedido al mundo por Marc Masmiquel.
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