...O de como la hipocresía humana se refleja sólo en aquello que interesa.
Mientras alrededor del todo el mundo se libra una batalla contra el tabaco, supuestamente para defender nuestra salud y, sobre todo, la de los fumadores pasivos, se deja de lado totalmente el hecho de que las muertes por contaminación en nuestras ciudades aumentan año tras año sin que exista un verdadero interés por controlar el causante del 80% de esa contaminación: el vehículo a motor privado.
Este nivel de hipocresía es tal que, por ejemplo, en la famosa Times Square de NY, no puedes fumarte un cigarro, pero sí soportar el humo de los tubos de escape de los miles de vehículos que circulan por allí.
Sin ir más lejos, en España no se permite fumar a menos de 200 metros de un parque infantil, pero éstos sí pueden convivir en estrechos bulevares con el tráfico que les rodea o soportar un aparcamiento de 3.000 plazas en los recintos hospitalarios.
La ley del tabaco protege a aquellos trabajadores que tenían que soportar su humo en locales cerrados pero, ¿qué pasa con los operarios que pasan el día en cabinas de cobro en los aparcamientos subterráneos? ¿Acaso no tienen derecho a la salud?
Pero el mayor problema es que, mientras los fumadores pasivos cotidianos sólo representan un 20% de la población, los conductores pasivos cotidianos somos todos los habitantes de las ciudades, sí, incluso los que creen que no tragan ni humo ni partículas nocivas dentro de sus cajas metálicas sobre ruedas (entorno en el que, de media, se respira un 10% más de humo que caminando o pedaleando por la calle).
Si a esto unimos las muertes producidas por accidentes de tráfico, sobre todo, y hablando de pasivos, los atropellos, ¿no habría que poner coto a esta lacra? ¿O seguiremos potenciando un lujo insostenible?
Por lo visto, parece que, de momento, sí, hasta que comencemos a pensar en las personas y no en las máquinas.
1 comentario:
Esta entrada es buenisima, !enhorabuena!
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