No es de extrañar que la DGT haya impuesto la obligación de usar casco en bicicleta en todo momento y lugar, y lo próximo va a ser que tengamos que llevar cuernos vikingos en dichos cascos.
Según las cifras estadísticas dan a entender, 3 millones de ciclistas utilizan la bici a diario en nuestro país. 9 más lo hacen esporádicamente o la utilizan con fines deportivos durante la semana.
Viendo estas cifras, no parecería difícil el conseguir llegar a las 15.000 firmas contra la obligación del uso del casco ciclista en nuestro país, que se están solicitando a través de Change.org.
Pero, a día de hoy, y con la Espada de Damocles a escasos centímetros de nuestros cuellos, sólo van 11.000
No comprendo muy bien si es que el mensaje no llega bien: no se trata de prohibir ni criminalizar el casco (yo mismo me compré uno ayer ante el próximo advenimiento de mi cumpleaños, porque lo uso en rutas por caminos y, por ley, cuando me desplazo al trabajo entre mi localidad y Ciudad Real). Muy al contrario, lo único que se pide aquí es que no se obligue a su uso, porque está más que demostrado, y así se ha hecho llegar a la DGT, que su uso no da mayor seguridad real al usuario y es contraproducente en muchos sentidos. La libertad de decisión, en este caso, permite tener la madurez suficiente como para ser consciente de cuándo usarlo y cuándo no. No es lo mismo, aunque algunos se empeñen en compararlo, el descenso de montaña en MTB que ir a comprar el pan en una tranquila localidad como la mía. Además, en este caso, en lugar de poner coto al principal peligro de las ciudades, los vehículos a motor, se intenta pintar a la bicicleta como un vehículo inseguro, lento, sólo para adultos y que hay que quitar de las calles (un análisis propio de la ley aquí).
O quizá sí lo hemos entendido todos y hay 11.890.000 ciclistas que están a favor de su uso en todo momento y lugar. Porque, ya se sabe, tenemos la cualidad de intentar imponer al resto nuestras ideas sobre un tema. El "vive y deja vivir" no cuadra con España.
O, tal vez, estemos como casi siempre (aunque la cosa está cambiando), agachando la cabeza y tragándonos todo los que nos impongan. Da igual que el número de atropellos a peatones aumente, que se maten ciclistas en las carreteras con su bonito casco, que el centro de nuestras ciudades siga siendo tan caótico e insufrible como siempre o que nuestros hijos se jueguen la vida en la entrada de los colegios y hayan olvidado lo que es ir andando a todos sitios. Los holandeses se levantaron contra este modo de vida, hace ya 40 años.
¿Seguiremos bajando la mirada y esperando que lo resuelvan otros y aceptaremos con resignación lo que nos venga?
1 comentario:
Bien, hace tiempo que lo veo venir y como todas estas cosas en las que se pretende legislar todo e imponer criterios aún a pesar de todas las evidencias, ¡a joderse toca! y no es que yo lo desee
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