Ya lo comentaba hace casi tres años: la publicidad quiere a la bicicleta.
Pero es que ahora no sólo la quiere, sino que la utiliza para los más beneficiosos o deleznables fines.
La última ha sido una conocida marca de bebidas gaseosas que, como tantas otras, trata de limpiar su imagen haciendo campaña contra la obesidad y el sedentarismo. Una campaña muy loable, si no tuviera el trasfondo de consumo.
Sobre el segundo 11, se pone de manifiesto el uso de la bici contra el sedentarismo y se ve apoyada por frases como "aparca el coche y ve en bici al trabajo".
Bebidas sin alcohol, margarinas, comida rápida, utilizan la bicicleta como parte de su imagen de marca.
La última ha sido una conocida marca de bebidas gaseosas que, como tantas otras, trata de limpiar su imagen haciendo campaña contra la obesidad y el sedentarismo. Una campaña muy loable, si no tuviera el trasfondo de consumo.
Sobre el segundo 11, se pone de manifiesto el uso de la bici contra el sedentarismo y se ve apoyada por frases como "aparca el coche y ve en bici al trabajo".
Bebidas sin alcohol, margarinas, comida rápida, utilizan la bicicleta como parte de su imagen de marca.
Dentro de estas campañas de limpieza de imagen y de confundir al personal, es de destacar el número de bicicletas que, aunque de fondo y pasada, salen en los anuncios de coches, como comparativa del gozo, la tranquilidad y la limpieza entre ambos vehículos.
Lo que es una lástima es que se propicien estas actitudes desde el ámbito del consumismo publicitario, con fines muy concretos, pero que pintan a la bicicleta como algo beneficioso, pausado, de disfrute y como un bien común deseable, mientras desde la mayoría de las instituciones públicas no se fomentan estos valores sino que, o se ignoran, o incluso se combaten.
Seguiremos echando mano de esta publicidad positiva, aunque su finalidad sea distinta. No hay mal que por bien no venga.
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