La bici y la alergia al polen.

¡Pero qué bonito está todo en primavera, con tantas flores! Esta frase tan trillada y utilizada en esta época del año, para un alérgico a todo tipo de polen como yo, más bien suena a que empieza la peor época de "veneno".

Como la mayoría de las veces, voy a hablar de mi propia experiencia en este tema, mezclar los desplazamientos en bicicleta con un aire saturado de efluvios reproductivos de las plantas, porque las estadísticas están muy bien, pero no dejan de ser números ni afectan a todo el mundo por igual.

Podría parecer, y a mí al principio me pasó igual, que moverse al aire libre, con el viento en la cara y sin protección, en estas fechas, puede ser una locura fatal. Pero después de probarlo y experimentarlo durante ya algunos años, he llegado a la conclusión de que es bastante menos dañino el polen desde el sillín de una bici que en el interior de un edificio o de un coche. La recomendación de conducir con las ventanillas subidas sólo consigue que acabemos respirando un aire cargado de alérgenos, por mucho filtro que llevemos, y que éstos sean del tipo más agresivo, tras haber resistido a todo. Los ambientes cerrados es lo que tienen, tanto para pólenes como para respirar las miasmas procedentes de los motores a combustión.

Otra cosa curiosa de este tema, es que los desplazamientos campestres en esta época son mucho menos dañinos que los urbanos. ¡Increibe! ¿No? Pues tiene hasta su propia explicación: los pólenes se vuelven más resistentes, activos y agresivos cuando se combinan con las emanaciones procedentes de la quema de combustibles, sobre todo con el diesel, por lo que el aire de las ciudades es más "alergizante" que el campestre.

Así que, vence las reticencias iniciales sobre este tema, como hice yo, y lánzate a pedalear en primavera. Y si es por el campo mejor que mejor, verás como la cosa no es tan grave y notarás menos síntomas de alergia. Cada persona es un mundo, pero mi experiencia personal así me lo ha demostrado.