Anteayer, se celebró el día de la bicicleta en mi localidad, Miguelturra. Como los últimos años, estuvimos unas 500 personas en bicicleta. Era un acto oficial, promovido por el ayuntamiento, con Protección Civil intentando controlar todos los cruces y cubriendo "la retaguardia".
Me refiero específicamente a esto para dejar claro que no se trataba de una masa crítica ni de un paseo organizado por cualquier asociación, en los que siempre hay algunos conductores que intentan "colarse".
Pues, aún así, tuvimos varios amagos y otros tantos intentos fructíferos de coches, que despreciando totalmente la vida de los que, con todo derecho, circulábamos en ese momento en bicicleta por nuestra ciudad, haciendo alarde de prepotencia, aprovechaban los pequeños huecos para salir a gran velocidad y posicionarse dentro del grupo. A algunos de ellos hubo que pararlos a las bravas porque literalmente se echaban encima de los niños que nos acompañaban, aprovechando su mayor vulnerabilidad.
Debo decir también que la mayoría de los conductores nos respetaron, pero es esa minoría de maleducados la que provoca tantas muertes de ciclistas en nuestras calles y carreteras y se impone una severa reeducación de los mismos, antes de lamentar más muertes por sus prisas, intransigencia e ignorancia.
Prisas, porque no son capaces, en su prepotencia, de esperar sólo un minuto para poder seguir circulando. Intransigencia, porque no son capaces de aguantar que otros medios de transporte que no sea el suyo (y sobre todo las malditas bicicletas) les impidan el paso. Habría que ver lo que hacen en caso de una procesión religiosa o un desfile militar, ahí si paran. E ignorancia, porque esos mismos que se quejan de que los ciclistas, como colectivo y generalizando, no respetan las normas de tráfico, desconocen totalmente éstas, porque el propio código de circulación tipifica a un grupo de ciclistas como un todo indivisible, debiendo ceder el paso por parte del resto de vehículos, una vez que el primero haya pasado. Y esto, como el resto de normas, hay que conocerlas para poder circular.
Los ciclistas profesionales, hartos ya como el resto de los que usamos la bici como vehículo, ya han salido a la palestra para denunciar esta situación. A ver si, como son estrellas del deporte, a ellos sí les hacen caso.
Pues, aún así, tuvimos varios amagos y otros tantos intentos fructíferos de coches, que despreciando totalmente la vida de los que, con todo derecho, circulábamos en ese momento en bicicleta por nuestra ciudad, haciendo alarde de prepotencia, aprovechaban los pequeños huecos para salir a gran velocidad y posicionarse dentro del grupo. A algunos de ellos hubo que pararlos a las bravas porque literalmente se echaban encima de los niños que nos acompañaban, aprovechando su mayor vulnerabilidad.
Debo decir también que la mayoría de los conductores nos respetaron, pero es esa minoría de maleducados la que provoca tantas muertes de ciclistas en nuestras calles y carreteras y se impone una severa reeducación de los mismos, antes de lamentar más muertes por sus prisas, intransigencia e ignorancia.
Prisas, porque no son capaces, en su prepotencia, de esperar sólo un minuto para poder seguir circulando. Intransigencia, porque no son capaces de aguantar que otros medios de transporte que no sea el suyo (y sobre todo las malditas bicicletas) les impidan el paso. Habría que ver lo que hacen en caso de una procesión religiosa o un desfile militar, ahí si paran. E ignorancia, porque esos mismos que se quejan de que los ciclistas, como colectivo y generalizando, no respetan las normas de tráfico, desconocen totalmente éstas, porque el propio código de circulación tipifica a un grupo de ciclistas como un todo indivisible, debiendo ceder el paso por parte del resto de vehículos, una vez que el primero haya pasado. Y esto, como el resto de normas, hay que conocerlas para poder circular.
Los ciclistas profesionales, hartos ya como el resto de los que usamos la bici como vehículo, ya han salido a la palestra para denunciar esta situación. A ver si, como son estrellas del deporte, a ellos sí les hacen caso.
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