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martes, 26 de noviembre de 2013

Comenzar a moverse a pedales.


Hoy voy a ser un poco más positivo que de costumbre, porque no todo va a ser quejarse de lo mal que está la situación o de la poca educación y respeto en este país.
Utilizar por primera vez una bicicleta para desplazarse puede convertirse en un acto de fe. Es muy sencillo llegar a un país como Holanda, alquilar una bicicleta y lanzarte a recorrer sus calles acompañado por una multitud de personas que se desplazan como tú. Pero, salvo honrosas excepciones, eso aquí no es tan sencillo.
Aún recuerdo la primera vez que vine al trabajo en bici. 7 menos veinte de la mañana, con una población despertándose en la que sólo algunos coches con las prisas propias de ir al trabajo recorrían sus calles. Luego, un polígono industrial con 4 naves abiertas y el tramo de carretera, en el que aún permanecían encendidas esas farolas que, por ahorro, ahora llevan años apagadas.
Si uno piensa en lo que tiene por delante sólo puede sentirse algo cohibido por la situación y, sobre todo, por la soledad. Pero, tras las primeras pedaladas, el remilgo deja paso a la euforia. Euforia que se convierte en verdadera alegría cuando llegas a tu objetivo. No se puede expresar con palabras la felicidad que da moverse así y la oportunidad que ofrece de observar todo eso que, de otra forma, pasa a nuestro alrededor desapercibido.
Pero voy a centrarme en esa sensación de soledad, de ser el único, de sentirte distinto. Debo reconocer que esos 6 kilómetros hasta mi trabajo siguen siendo, por norma general, mucho más duros que 30 de paseo con un grupo de amigos. A la vuelta, casi no me da tiempo a pensar en ello. Voy arropado por un nutrido grupo de coches.
Y ahí está la cuestión. Sentirse acompañado, arropado por una masa ciclista, aunque sea desconocida, es algo muy positivo para animarse a moverse en bici. Es por esta razón que, según los expertos, es mucho más difícil que una ciudad alcance un ratio inicial del 5% de desplazamientos en bicicleta que el que esta cifra aumente hasta el 20% ó más. Ver más ciclistas anima a más gente a hacerlo, además de hacer las calles más seguras para todos.
Así que, si estás pensando en lanzarte a esto de moverse de una forma alegre, divertida, sana, barata y respetuosa, mi primera recomendación es que comiences con desplazamientos cortos y accesibles, ir de compras, dar un paseo sin razón alguna, tantear por qué lugares te sientes más cómodo.
Pero mi principal recomendación es que te juntes con gente en esos primeros estados de prueba. Con grupos que ya se dedican a ello, con amigos o uniéndote a paseos, pedaladas o masas críticas. No hay nada más reconfortante que compartir tus ánimos iniciales con alguien, ir charlando y hacer los desplazamientos más amenos, no sentirte solo. Porque si desplazarse en coche fomenta el aislamiento y la falta de relación social, la bici provoca todo lo contrario.

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