Acabo de volver de unas minivaciones en la bonita y no demasiado masificada población de Altea, en Alicante.
Antes de ir, como siempre, repasé cómo anda el tema de la bicicleta allí, y pude comprobar que tenía carril bici todo a lo largo de su extenso paseo marítimo y un sistema de bicicletas públicas que, como en la mayoría de los sitios ostenta sus críticas en cuanto a gestión, privatización y un poco de dejadez.
Ya in situ, y sin intentar que mi opinión de dos días se acerque siquiera a los que viven allí a diario, estas fueron mis impresiones:
En Altea, se utiliza bastante la bicicleta en desplazamientos urbanos, sobre todo en el área de la costa que es su parte llana, aunque también me topé con más de un escalador de su precioso casco antiguo, con desniveles dignos de cualquier competición ciclista. Pude comprobar, que quien más utiliza la bici para desplazamientos diarios son los propios trabajadores de los establecimientos del Paseo Marítimo, lugar en el que es muy difícil el aparcamiento y adolece de bastante tráfico.
En cuanto al carril bici costero, me parece muy buena idea e incluso muy necesario. Se extiende de pico a pico de la población, cubriendo muchos kilómetros y, en gran parte de su trazado, es la única alternativa a una infernal carretera nacional, encajonada entre edificaciones, sin apenas arcén ni escapatoria posible en la que, debido a que tráfico es constante en ambos sentidos, los adelantamientos se realizan a escasos centímetros de los ciclistas vista la imposibilidad de invadir el carril contrario y con el estado mental de que no se puede circular detrás de una bicicleta.
Pero no es oro todo lo que reluce. Cuando el tramo de paseo marítimo se convierte exclusivamente en peatonal, el carril bici cimbrea entre las terrazas de restaurantes y bares, con velocidad limitada a 10 km/h. y con la amenaza constante de invasión por parte de peatones y clientes que se levantan de las mesas situadas alrededor. Para más inri, el carril bici se cierra totalmente por las tardes, debido a la gran afluencia de personas a la zona. Las infraestructuras ciclistas siempre son prescindibles en aras de cualquier acontecimiento y no se les da alternativa. Los ciclistas que circulan en esas horas por esta zona, deben hacerlo entre peatones.
La única alternativa a este tramo de carril bici es la peligrosa carretera paralela.
En cuanto a la bici pública desconozco totalmente sus características, restricciones y condiciones de uso. Sólo puedo decir que he visto usarla por sus habitantes en buena medida y que las condiciones de mantenimiento de las bicicletas dejaban mucho que desear, careciendo la mayoría del pilo trasero, por ejemplo, y no encontrarse en muy buen estado.
Bicicleta pública y, al lado, el vehículo de uno de los trabajadores de la zona de costa.
Es imposible apreciar el desarrollo ciclista de una ciudad en tan sólo dos días, pero ésta es mi escasa visión sobre el asunto. Si vais allí de vacaciones, alquilad una bicicleta y recorred su extenso paseo marítimo, es una paseo muy agradable, y si hay alguien por ahí que viva en esta preciosa población, todos los comentarios son bienvenidos.
Para acabar, estas fotos de una graciosa réplica de una bici antigua que encontramos a las puertas de un bar.
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