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lunes, 18 de agosto de 2014

Tratar el cuero antiguo: rehabilitación de cartera como alforja.

He estado últimamente experimentando un poco con el cuero, por lo que tengo algo abandonado el blog, pero me ha servido para conocer las bondades y lo agradecido que es este material a pesar del paso de los años por él.
Por tratarse de un material orgánico, el cuero conserva las propiedades de la piel, a pesar de estar "muerto". Seremos capaces por tanto de volver a rehidratarlo y devolverle la elasticidad y presencia de un cuero nuevo, pero con la pátina y el bonito desgaste que sólo da el tiempo.

En mi caso, tras comenzar a probar con el cuero de un sillín Orbea de señora, que no pude recuperar porque había encogido casi 2 cm., he estado recuperando una cartera para herramientas, de Telefónica, de los años 50, para convertirla en una alforja para el transportín de la bici.
El material de la cartera es de esos que ya no se encuentran, un cuero grueso y duro, similar al de los sillines, pero mucho más flexible. Su estado era bastante malo, no es que pareciese cartón, sino que ya era madera, tras muchos años olvidado en un cuartucho.

Lo primero que hay que hacer con el cuero es limpiarlo, pero sin excedernos para no borrar la pátina. Para eso, compramos una pieza nueva.
Esta limpieza se puede hacer con un paño humedo y amoniaco o, si necesitamos algo más abrasivo, con pasta para el lavado de manos o incluso dentífrico, pero, ojo, siempre sólo humedeciéndolo, son empaparlo, ya que podríamos estropear el cuero.
En mi caso, bastó con quitarle el polvo con una toallita húmeda.
Tras esto, llega la fase de rehidratado y flexibilización. A pesar de que el cuero es una sustancia inerte, y no hay que tratarlo como una piel viva, tras leer mucho sobre el aceite de "pata de buey", que se supone que es la panacea para estas cosas, vi que éste iba muy a menudo mezclado con aceite de girasol, así que, parece ser una muy buena opción.
Como yo ya lo había hecho, os describo lo que simplemente usé, y que dio un gran resultado: coged cualquier crema hidratante de las que tenéis abandonadas por casa, de esas que caducaron hace dos años y siguen ocupando sitio en los armarios, con sus aceites esenciales, su alóe vera y demás y dedicadle unas cuantas horas a untar bien el cuero con ella, por dentro y por fuera, dejando que se absorba entre capa y capa. Esta operación es mejor hacerla con los dedos, sin utilizar un paño, e ir dándole flexibilidad a la vez. Tras unas horas, el cuero recupera "vida", al introducirse la crema en los espacios intersticiales de sus células (ahí queda la frase).
Esto mismo se puede hacer con aceites varios y requiere paciencia y tiempo, pero la recompensa es alta.
Tras esta revitalización de la piel, es necesario protegerlo, impermeabilizarlo y darle lustre. Esto se hace con cremas específicas para este fin, que nutren, limpian y contienen ceras naturales. Se distribuye por el cuero con un paño y, cuando seca, se lustra con otro seco de algodón.
Tras estas tareas, el resultado final es este:


Crema hidratante de casa (a la derecha) y crema específica para cuero (izquierda).

Tras unas horas y varios descansos, la piel queda como nueva.



La cartera carecía de tapa. Lo que sí tenía es un soporte ranurado para introducirla en el cinturón y llevar así las herramientas. El interior está compartimentado. El pespunteado frontal había desaparecido, así que se volvió a hacer a mano con hilo de cáñamo.


Una pieza de cuero flexible, del tamaño, color y grosor adecuados, hace la función de tapa.
Se pespuntea todo alrededor, se pega la parte trasera al soporte del cinturón de la cartera original y se remacha para reforzarla.



Una correa y una hebilla terminan la operación. El soporte original para el cinturón servirá para sujetarla al portabultos de la bicicleta, pasando una correa flexible de cuero por él.



La pátina de las partes nuevas, las dará el tiempo...

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