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lunes, 15 de junio de 2015

Cuando lo extraordinario es algo normal.


Esta imágen, ahora en todos los medios de comunicación, corre como la póvora por internet: el nuevo alcalde de Valencia, Joan Ribó, llega al ayuntamiento en bicicleta.
Como es de esperar, todos nos hacemos eco de la noticia y lo consideramos como un acto de cambio, de valentía o de yo qué sé cuantas cosas más.
Este gesto, supongo que no intencionado, es tan común en muchos países de Europa como lo es el llegar en otros medios de transporte, entonces, ¿por qué nos echamos las manos a la cabeza y celebramos con júbilo el hecho? Pues porque estamos más que acostumbrados a que en este país los coches oficiales trasladen hasta a el último "cargillo" de la administración pública. Porque seguimos creyendo que el coche de cristales oscuros da categoría y prestigio sobre las personillas de a pie.
Ya es hora de que lo extraordinario sea lo cotidiano, de que Europa entre en nuestro país no sólo en niveles de precios y recortes. El medio de transporte elegido para ir a trabajar no califica a la persona. Y ésto no debería ser motivo ni de júbilo ni de crítica, esto debería ser lo normal.

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