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viernes, 19 de junio de 2015

El poder del ruido mediático.

Hoy quiero hablar de ruido. Pero no de ese ruido que contamina las vías públicas con sus rugidos, zumbidos y craqueteos sobre el asfalto. Es otro tipo de ruido contaminante que, a veces, tiene mayor impacto sobre el desinformado de a pie que la norma en sí que pudiera derivarse de él.
Un ruido que se deja caer en forma de futuribles y del que se habla durante meses o años. Puede venir en forma de matricular bicicletas o en forma de la obligatoriedad del casco o en forma y color de chaleco reflectante.
Ese ruido cala tan hondo en la sociedad que no es necesario legislar para que sus tintes de ciencia ficción manchen la mente y trasladen su mensaje al subconsciente.
Un ruido que es de tal magnitud que ni los propios legisladores lo distinguen de la realidad, produciendo efectos como que un senador pida una sanción para un alcalde por no utilizar casco al ir al trabajo en bici por rutas urbanas.
Un ruido que es más efectivo que las leyendas urbanas sobre las imágenes subliminares y que se está utilizando como arma de control de masas...

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