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sábado, 24 de diciembre de 2011

Recuperar todo lo perdido en nuestras ciudades.

Ya empezaron a fastidiarla los romanos con la diferenciación entre calzada y acera allá en sus ciudades, aunque, ¡cualquiera circulaba a pie por una calzada llena de heces y desperdicios!...

Calle de la antigua ciudad de Pompeya, con paso de peatones elevado para evitar las inmundicias que corrían por la calzada.
 
Pero luego, durante un largo periodo, las aceras desaparecieron y las calles de las ciudades se convirtieron en un batiburrillo de personas, carros, animales y todo lo inimaginable. El siglo XIX se convirtió en el principio del fin, con la utilización masiva de coches de caballos en las ciudades, aunque sus ciudadanos seguían pululando casi a sus anchas entre estos vehículos, ¡y ya se quejaban de la contaminación que producía el estiércol de miles de caballos que circulaban por Londres!
Pero no fue hasta el nacimiento y uso masivo de los coches que nuestras ciudades cambiaron por completo. La nueva bestia llegaba con la fuerza suficiente como para transformar totalmente la fisonomía de nuestras urbes, arrasando barrios enteros de viviendas, eliminando parques y jardines y relegando las aceras de las calles estrechas a meros bordillos para cumplir con el expediente. Los años 60 y 70 fueron especialmente críticos ya que, con el boom económico, la gente empezó a comprar coches, creyendo en la falsa promesa del estatus social (en España todavía dura la borrachera).
El final del siglo XX y el principio del XXI marcaron una tímida recuperación del espacio peatonal en las ciudades. Mucha gente está harta de tener que contender entre los vehículos y se crearon grandes zonas peatonales, se ampliaron las aceras y se multiplicaron las zonas verdes no sin la oposición de reductos vehiculares que no entienden ni valoran los avances. Pero aquí apareció otro problema. Unos recién llegados sobre dos ruedas y pedales reclamaban su espacio, y en vez de quitárselos a la bestia se lo volvieron a robar a los peatones, que acababan de recuperar parte de su sitio. Y en estas estamos, reclamando vías seguras para circular pero que resten egemonía al coche, no a las personas.
Pero bien, visto ésto a lo que quiero referirme es a algo en lo que pocas veces se piensa y en lo que los diseñadores y remodeladores de ciudades no valoran. Cada avenida creada para vehículos ocupa un espacio ingente, desproporcionado. Cada coche ocupa, tanto en marcha como aparcado unos 10 metros cuadrados de superficie. Se siguen reduciendo al mínimo exigido por la ergonomía las aceras, para darles cabida y para el tan demandado aparcamiento. ¡Imagináos recuperar todo ese espacio y cambiar las tornas dejando al coche el espacio mínimo requerido! Un solo carril coche.
Pero no sólo de espacio vive el coche. ¿Qué me decís de la calidad del aire en nuestras ciudades? Parece que a nuestros dirigentes y a gran parte de los ciudadanos (??!!) les preocupa poco, mientras no se creen conflictos con la "libertad" de utilizar el vehículo propio.
Otro punto en el que ha influído la bestia es el robo masivo de tiempo. Algunos se echarían las manos a la cabeza, "¡si nos proporciona rapidez y nos permite llegar antes a los sitios!" ¿Dentro de una ciudad? Me parece que no. Lo único que ha conseguido es que todo se aleje: el trabajo, el comercio, el ocio, etc. para que cada vez tengamos más prisa por llegar y necesitemos más tiempo para conseguirlo. Ya no se hace la compra en la tienda de la esquina, se va a centros comerciales. Ya no importa trabajar a 10 km. de casa, se va en atasco... digooo, en coche.
Pero este afan de velocidad y prisas también se mide en tiempo peatonal. ¿Cuantas veces tenéis que esperar de 3 a 4 minutos en un semáforo para tener que cruzar, corriendo, cuatro carriles en 20 segundos? "¡Es que si no se forman más atascos!" ¿Y no sería mejor reducir ese tráfico en lugar de priorizarlo?
Y aquí llegamos a la seguridad. Estas prisas provocan accidentes, mal humor, atropellos y una inseguridad ciudadana de la que nunca se habla: "¡Ten cuidado con los coches! ¡No te bajes de ahí! ¡No juguéis cerca del bordillo!" ¿Alguien dejaría hoy en día ir a sus hijos solos al colegio como hacíamos de pequeños? Entre otras cosas porque el colegio suele estar cerca del trabajo y no de casa y hay que ir en coche, lo cual agrava la situación en los alrededores de los centros escolares. ¿Sabéis que la media de edad en la que los niños pedalean solos al cole, en Holanda, es de 8 años y de que están preocupados porque antes era de 6? Tienen caminos escolares seguros.
Concluyendo, la tarea va a ser larga, pero la podemos conseguir entre todos: recuperar salud, tiempo, seguridad y espacio en nuestras ciudades. Relegar al coche a su uso imprescindible y caminar y pedalear más para conseguir ciudades más humanas.

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