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sábado, 27 de abril de 2013

BH de los años 50. El resultado final.




Han sido casi 4 meses de trabajo en ratos libres, en los que ni una sola de las piezas ha encajado a la primera, he tenido que modificar, fresar, taladrar, enderezar, ajustar, cortar y hacer cada una de las partes de esta bici, pero el resultado ha merecido la pena. Es una satisfacción personal el haber conseguido terminarla, como neófito en el tema, y con las herramientas que uno tiene por casa.
La bici, aunque en principio no lo parecía, estaba bastante mal. Como se había utilizado para transportar barras de hierro, el cuadro se había resoldado en varias partes, el transportín también (menos mal que la soldadura no había dañado el cuadro) e incluso los soportes de los estribos de los frenos habían sido colocados en posiciones distintas a las originales. El manillar se había partido por el poste, y lo habían vuelto a soldar con una cantidad de metal increíble, por lo que al final lo he sustituido.


Los soportes de los estribos se habían vuelto a soldar, por lo que tuve que rebajar las soldaduras para que no se vieran los "pegotes". Un consejo: compráos una multi-herramienta. Es de lo más últil para muchos procesos.



Éste es el aspecto del cuadro después de cortar a radial el protaequipajes de hierro forjado (gracias a mi amigo Jesus con su máquina y su buen pulso). Luego hubo que fresar todo para volver a darle su forma original. Los tirantes traseros se habían vuelto a soldar y tuve que alisarlos lo que pude, porque tampoco era cuestión de eliminar la soldadura y que se soltasen.

Quitar la pintura fue otro trabajo que me costó bastante, debido a las innumerables capas de "brochazos" que soportaba la bici. Decapante, cepillo metálico acoplado a un taladro y lija. Cada vez que conseguía eliminar una capa, ¡aparecía otra más!
 
La parte no visible de la horquilla la cubrí sólo con un barniz anticorrosión.
 

 Preparación para la pintura.
 
El proceso de pintura me lo hizo un amigo, profesional del pintado de coches (¡qué ironía!) por lo que es trabajo que me ahorré. Las capas finales de barniz sí las apliqué yo con un spray.
El proceso lo hice en la cochera de mi casa, por lo que tuve que buscarme triquiñuelas para sostener el cuadro: un banco de trabajo de los que se abren por la mitad, un tornillo de banco y dos palos.



No pretendía volver a pintarla de negro, me gusta personalizar las bicis, pero elegí un color que fuese también "antiguo". Un rojo oscuro con efecto martelé, de esos que se utilizan para pintar directamente sobre metal, aunque la bici lleva su capa de imprimación.
El fileteado es manual, pero como tengo el pulso así como para robar panderetas, utilicé un rotulador permanente de pintura dorada. El resultado es bastante bueno.



Y éste es, tras el largo montaje, el resultado final. No es una restauración purista ni ortodoxa, es más bien una reinterpretación de la bici, con mayoría de elementos originales pero con toques personales como el sillín o los puños (me gusta la comodidad). Siempre me ha gustado personalizar mis máquinas y ésta no podía ser menos, conservando su espíritu de otros tiempos pero traída al siglo XXI (quizá vea demasiado Joyas sobre ruedas).












Echando la vista atrás, considero que todo el trabajo ha merecido la pena para volver a la vida a una bici que llevaba más de diez años tapada por un plástico, primero en una cuadra y luego en una cochera. Espero que pueda rodar otros 55 años.
Ahora, ¡a por la Orbea de señora que me está esperando!

2 comentarios:

Ian dijo...

impresionante el resultado final. esto de restaurar bicicletas, deberia considerarse un arte, como el que pinta lienzos. Te ha quedado preciosa. ojala yo fuera igual de mañoso y encontrara ese tipo de joyas por ahi.

Susana Carrera dijo...

Preciosa!! Muy buen trabajo!!